martes, 5 de septiembre de 2023

Glenn Gould, sumo sacerdote de los heterodoxos

 


Glenn Gould nació exactamente 32 años antes que yo y murió a los 50. Con 23 años grabó en su primer disco las Variaciones Goldberg de Bach, a pesar de que le recomendaran no abordar una obra tan difícil en su debut. Pero consiguió la versión de esta obra maestra del teclado, rapidísima, apabullante, milimétrica, insuperable. Esta grabación le abrió las mejores salas de conciertos del mundo entero, incluídas las de detrás del telón de acero. Incluso su arte le abriría las puertas del sistema solar, ya que en la nave Voayayer va volando desde 1972 música de Bach interpretada por él en una pequeña colección de lo que los humanos ofrecemos a la civilización extraterrestre que sea capaz de comprenderlo. 

Pero aquella primera grabación y todo su Bach al piano le seguirán abriendo puertas mientras se escuche música.  https://www.youtube.com/watch?v=n60xDkJotic&list=PL8WKooOccbd5yUoDuVXt8YeKRzkH_2vJL&index=15

Sometido a mucha curiosidad, idolatrado, consciente de su singularidad, convertido en un gurú de sí mismo, decidió dejar de dar conciertos cuando yo nací, a sus 32 años y se concentró en grabar obras, especializándose en manipularlas para conseguir los resultados más óptimos (si vale añadir más a óptimo) Los Beatles también lo hicieron poco después.

Este libro reune fotos extravagantes, perfomancetorias, dalinianas. Admirando yo mucho menos a Dalí que a Gould, me parece que este último imita a aquel. El arte está lleno de personajes al cuadrado; quizá Beethoven lo fuera, pero nos libramos de tener tantos empalagosos testimonios de su egazo. 

No descarto seguir interesándome por las elucubraciones de este fenómeno, pero por hoy estoy saturado, como me pasa con los libros de Umbral repetitivos y circunspectos, que requieren digestión y distanciamiento como un atracón de comida.

Personalmente creo que la música es comunicación y he disfrutado mucho de la música en directo aun de intérpretes corrientes y hasta aficionados. Glenn Gould defiende que todo ha de ser cocinado, presentado y representado y aborrece la forma normal de la música.

Mi disco preferido creo que es Al final de este viaje de Silvio Rodríguez, y a él solo le escuché escaso tiempo con su sola guitarra, a los conciertos que fui estuvo acompañado por el grupo Afrocuba, por el grupo Diákara y por Aute y su grupo. 

Curiosamente también es el disco primero del cubano.

El divo escondido de Glenn Gould en este libro dicta, recomienda desde su indudable altura, pontifica. Parece que no exista más historia de la música que la que él bendice... pero era un adolescente, yo que ya he vivido ocho años más que él así lo considero desde mi madurez.

También es posible que este libro sea una equivocación (juntar seis o siete entrevistas en las que el divo habla de lo mismo). Cierto es que al principio o con dos entrevistas yo estaba entusiasmando y  hubiera recomendado el libro como imprescindible. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario