Yo dejé de fumar un día después de la trágica muerte de Fernando Martín. Siempre he dicho que no tenía nada que ver con ello. Fue así: se lo declaré a mi novia en el portal de casa de sus padres y desde entonces permanecí con el mechero metido en paquete de Ducados que tenía un par de cigarros, y ambos, en el bolsillo de mi camisa. Varias semanas. Lo había intentado otras veces pero, como esta iba a ser la definitiva, sufrí; sentí como que se me derretía el cielo del paladar. Tenía malestar, sensación de que dejaba cosas sin hacer, y recordaba cada hora en la que solía encender un cigarrillo. Pero en tres semanas había vencido. Siempre dije que lo de Fernando Martín no tenía nada que ver, pero ahora pienso que su duelo me ayudó en mi el duelo.
Fernando, en la cancha, era un poco chulo, más bien tosco, casi bruto; posaba constantemente, a mi me daba esa impresión. Nada que ver con la inteligencia sibilina y con la flexibilidad oléica de Dracen Petrovic. Fernando era apabullante, lento, rígido: el paradigma de la virilidad castellana que se representa en el Cid. Por eso quizá, como aquél caballero medieval, venció mi batalla después de muerto.
Hace 25 años. Anoche sorprendí en la cadena teledeporte un programa homenaje, y me quedé enganchado a la emisión. El baloncesto fue parte de mi vida en aquellos años y, a pesar de que tenía sueño, reviví momentos que no sabía cuan presentes estaban en mí. Martín era un personaje muy atractivo y por eso le hacían muchas entrevistas, y yo las vi. No es extraño, creo que sólo había dos cadenas de televisión, pero también estoy seguro de que si en algún momento aparecía, o llamé o me llamó por teléfono mi amigo Luis Represa, para que no nos lo perdiéramos.
Lo que más me gustó fueron las entrevistas, infinitamente más serias que las de ahora y, por supuesto, el protagonista era él. Hoy los entrevistadores protagonizan el 40 por ciento de cada entrevista, (Risto Mejide el sesenta) pero entonces eran un vehículo para que supiéramos del personaje y sus pensamientos.
Fernando se expresaba muy bien, laconismo castellano, muy preciso, sin ningún énfasis, ni ninguna palabra de más. Magistral: ayer me di cuenta, Con 23 años tenía una madurez y una clarividencia impropias, acertaba mucho más, estaba mucho más concentrado frente al micrófono que en los tiros libres, uno de los cuales siempre fallaba, ahí siempre era un desperdicio. Pero en las entrevistas era delicadísimo hablaba bajo, con las ideas muy claras y mucha humildad, a veces respiraba en la conversación con una muletilla "¿Sabes?" eso lo vi ayer. Me entusiasmó y me invadió la melancolía. Pronto tendré el doble de años que él y en esas dos vidas no he sido capaz ningún instante de hacer nada tan carsimático como lo que hizo este ídolo. No era mi ídolo, pero ayer frente al televisor sí lo fue.
http://www.rtve.es/alacarta/videos/conexion-vintage/conexion-vintage-baloncesto-fernando-martin/2888774/ El programa dura mucho, recomiendo ver a partir de la primera hora, que son sus entrevistas. Me sobra, me rechina, la palabra "vintage". Fernando Martín se hizo poner un acento bien grande para su apellido en la camiseta de la NBA, así que no creo que aprobara esta gilipollez.
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