Un día
después de El Mágico Prodigioso, -fue el 8 de noviembre- uno sólo podía tener dudas de que algo,
clásico también, pudiera ocupar el perfume poético del que salí impregnado la
noche anterior. No pasaron ni 24 horas: de las 22 a las 24 del día 7, inhalamos poética
calderoniana y a las 21 del día 8 ya empezaban estos gamberros eruditos a jugar con los
tópicos del Quijote.
Un
quijote literal y, a veces deconstruído
en verso, con oficio, no con el genio calderoniano
de ayer, pero eficaz y efectivamente. Que va de menos a más, con una virilidad y con
una música ascendente, en ritmo y en volumen, -uno en el espectáculo presiente que "lo van a volver a hacer" http://guerracivilenlas5villasdeavila.blogspot.com.es/2013/03/ron-la-la-con-los-casicos-hasta-el.html- precipitado con la bacanal y la virtual conga final en la que
envuelven al público, todos alegrados de habernos conocido, de querer a nuestros
clásicos, de reconocerlos, de reivindicarlos.
Un
trabajo tremendo, vivo, de improvisadores avisados, buenos encajadores de certeras morcillas.
Saltimbanquis, comediantes, titiriteros, bufones, embaucadores, que
consiguen llenar de chispas al público, en un lugar común y viejo que parece nuevo,
resucitado, reviviendo. Te traen y te llevan. Nadie se quedó atrás, tuviera erudición quijotesca o no, y todos nos hartamos a aplaudir sinceramente. Sin saber muy bien
a qué, porque, ciertamente, fue un pupurri. ¡Qué maravilla de la comunicación es el arte en comunión!
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