Ayer escuché por la radio la rueda de prensa de los
responsables sanitarios con la
Ministra del ramo, a quien trataban de proteger echando un
capote a las preguntas de los periodistas, para que no tuviera que responder a
las inquisitivas sobre su dimisión. No
respondió. Esta ministra, a quien la empresa corrupta que había en los aledaños del PP pagó la
animación y el cátering (lo siento por mi amigo Cristóbal, pero si me
paro a pensar en una palabra castellana se me va el hilo del artículo) de una
fiesta de cumpleaños por importe de 12.000 euros y un Jaguar para su marido
(que valdrá no menos de 50.000) tendría que haber dimitido ya hace mucho
tiempo.
Ahora, su política de caros gestos de relumbrón, como mandar dos
aviones medicalizados y acondicionar un hospital entero para traer a dos viejos
curas-médicos y que ocuparan sitio en las noticias. Mientras, otra sanidad, la posible, la democrática, la razonable, para todos los ciudadanos, pierde financiación
a marchas forzadas: hoy mucha gente con los copagos de medicinas no completa
tratamientos y algunos tienen que volver a ser hospitalizados, con lo que el
pretendido ahorro se transforma en un gasto mayor y en un perjuicio para la
salud del paciente.
Pero no voy a pedir la dimisión por aquellos gastos
ni por esta alarma del ébola, aunque ahora muchas personas se pregunten si han podido
coincidir en algún sitio con la enfermera que se infectó al limpiar a alguno de
estos dos viejos. Seguramente hoy muchos turistas descartarán un viaje a
España, si esta noticia, que ha
rebasado en nuestro país en interés al referéndum separatista, está corriendo
por los noticiarios europeos.
No sé si la ministra quería colgarse medallas salvando a los clérigos ancianos. Pero sí era conveniente y
necesario enfrentarse y aprender a luchar contra lo que se presume la pandemia
del siglo XXI y que, estando en África donde, si aquí, (con toda la profilaxis y
medios que, con autobombo, se emplearon, anda fuera de control), cómo correrá
por Liberia y Sierra Leona. Es cuestión
de meses, porque la gente de clase media y alta de esos países tiene que haber
empezado o empezará a huir, como de la
peste, a donde pueda, normalmente sólo podrán a los países vecinos, y llevarán la
enfermedad, que, por lo que se ha visto, tarda en presentar síntomas.
Tenemos un problema mundial, en África no hay
fronteras y a Europa se pasa clandestinamente saltando "la Valla" o en patera. Que
llegará en meses o en años, salvo medidas draconianas, asesinas como ametrallar las
pateras. El ébola desde África tomará España e Italia y de ahí a por todo el
mundo.
Como género humano, como país civilizado, debemos creer en nuestra
tecnología y luchar por un antídoto; no vale decir que inventen otros o que “a ver si no nos toca”. Había y hay que
afrontarlo, de frente, no como un avestruz.Era la ocasión; aunque se haya fallado se ha intentado y algo se habrá aprendido.
Otra cosa son
las chapuzas de falta de control de esta mujer que corrió el riesgo. Eso es intolerable, y ahora ya no es un capricho, ni un reto científico, tenemos la necesidad de luchar.
La ministra debe dimitir no por intentar aprender a curar el ébola, sino por haber permitido que se escapara este nuevo King Kong.
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