martes, 15 de enero de 2019

Tránsito

No sé, ni voy a perder el tiempo en auscultarme, -bastante me miro al ombligo- si todos los años por estas fechas afloran en esta página reflexiones más panorámicas, más profundas o más esenciales. Me noto en ese punto invernal de concentración por el año que cumplo, el año que se va abriendo en sus tardes, aunque con las esperanzas cada vez más melladas, que eso es la madurez.

Cuando era mucho más joven todo eran ilusiones, la misma noche del 31 de diciembre era una oportunidad de ligar; de hecho ligué en una. Yo quería triunfar, ser reconocido, cuando uno es adolescente el reconocimiento viene casi exclusivamente por el sucio sexo o el limpio amor romántico: conquistar una novia definitiva en la que volcarse y de la que obtener casi todo.

Antes de tener novia, todos los propósitos estaban en conseguirla o en conseguir otro tipo de relaciones más esporádicas que reforzaran la propia, pero sobre todo la ajena, estimación. Otros presumían de sus conquistas y me ninguneaban con el simple hecho de existir. La prueba capital de que uno era hombre, era conseguir mujeres, aunque solo fueran como trofeos de caza.
Todo eso son tonterías, ahora lo sé porque soy maduro. Pero eran el todo de entonces.


Soy un hombre con poder de convicción limitado, pequeño, modesto. Sé que tengo seguidores de estos pensamientos, muchos sois amigos, conocidos, y alguna desconocida gente que se habrá tropezado y yo despierto su curiosidad, de manera que cuando acaban de mirar sus páginas preferidas se dicen : a ver que ha escrito hoy este Juan.
 Uno amolda a sus pretensiones a su realidad; de mí siempre decían mis mayores: "este muchacho tiene muy buena conformidad". Aunque lo que escribo vale la pena, sois pocos, y además inteligentes, con lo cual también poco influenciables.
Esta mañana pensaba muchas cosas en la cama. Pensaba en el poder de cambiar las cosas, de alterar o modelar los pensamientos, las opiniones de la gente (algo así como lo que ahora se llama ser influencer). Seguramente si fuera más adolescente echaría todo el ímpetu en conseguir más, para conseguir más, como esa gente que va en carretera que en cuanto ve un coche solo piensa en adelantarlo, en superarlo, como si los capturaran. Yo en la carretera soy lento y reflexivo, simplemente voy a donde quiero llegar, y me adelantan muchos. Tranquilo.

Converso con el hombre que siempre va conmigo escribió Antonio Machado, esto es lo que yo hago en esta pantalla, y si a alguien le aprovecha, mejor. También si alguien concuerda conmigo, sé que no tendré poder sobre él; nunca lograré convertiros en una masa a mi servicio, para expandir mis ideas, o para expandirme a mí mismo. Nunca seré, salvo lotería (que también puede a uno tocarle la lotería de la comunicación *) alguien célebre, un Don Juan. Yo creo que los donjuanes no necesitan contar sus conquistas; la masa se ocupa de pregonarlas.
Leo en El País, y no siempre me gustan,  a Juan José Millás y a Fernando Savater (Elvira Lindo está demasiado atrincherada últimamente) Ellos no necesitan conquistar, el hecho de su nombre, el hecho de que El País les promocione y les pague, el hecho de que muchas personas les citen consciente o inconscientemente hace que lleguen a mucha gente, a eso que ya funciona con su propio aliento, un poco a  su servicio, o al servicio de sus ideas.
Yo soy un modesto hortelano de una pequeña huerta que está enfrente de mi casa. En el blog, como en la huerta, levanto paredes para sujetar tierra donde agarren árboles, también traigo abono vegetal, y cavo. Cada año la huerta está mejor, más clara (como mis pensamientos, espero) cada año hay menos piedras que recoger y ordenar. Pero cada año también me da más o menos las mismas frutas y verduras, que me satisfacen a pesar de todo el tiempo que trabajo en conseguirlas. Más o menos, este es mi blog en tránsito de primeros de año, (y no escribo más, que me apetece ir a desayunar)


* estaba pensando que si me convirtiera en asesino en serie, en héroe, en amante de la Reina, en concursante televisivo..., me llegaría esa lotería de seguidores que me encumbrarían.

PD Y pensar que cuando estaba en la cama comencé a reflexionar sobre la paternidad y todo lo que se pierde cuando tu hija definitivamente ha crecido y no te necesita, o te necesita muy poco...

2 comentarios:

  1. Miguel Grillo Morales.16 de enero de 2019, 11:09

    Amigo Juan, yo casi siempre lo leo, y digo casi porque el siempre sin casi suele convertir el hecho en obligación y aquí incurre el placer de la lectura y no la obligación. Este articulo/reflexión con su rasgo de confesión nos hace asomarnos a la vida y la experiencia de un hombre sobre todo sincero. Espero no se convierta usted en una celebridad jamás, al menos no de la manera que indicas y me refiero a la de asesino, la otra no estaría mal que a la Reina se le puede hacer aún un trono. Un saludo Juan.

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  2. Gracias amigo, tampoco me veo de héroe, es demasiado arriesgado y uno puede morir en el intento. Lo intenté de concursante televisivo pero no me seleccionaron en el "casting". Además el hecho de triunfar probablemente me agarrotaría por la responsabilidad, aunque sí, revisaría mejor los textos, que, a veces, suelo lanzar sin la suficiente maduración. Un amigo mío dice de los textos, y yo no me lo aplico, porque soy impaciente- que son como las lentejas, que saben mejor al día siguiente de cocinadas.

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