lunes, 4 de enero de 2016

Alegría

Necesito remontar la tragedia que rodea mi blog. Hay demasiado pesar en mis escritos, pero no a mi lado; de verdad. Ya he asumido, sencillamente, que pasé de los cincuenta y que voy a perder muchas de las pequeñas y, al final, las grandes batallas de la salud. Es ley de vida.
Creo que mi inteligencia ha de ponerse al servicio de la alegría y del buen dormir. Por mí y por los demás.

Ha pasado el solsticio y dentro de poco empezaremos a notar que sol nos regalará más y más minutos de tardes cada vez más tibias.
Vivo en un lugar hermoso, lo hago en un país donde no se producen grandes catástrofes por el viento o la lluvia, ni tampoco onerosas nevadas,  gozo de un  clima templado, por las calles encuentro gentes abiertas y cumplidoras del derecho penal, (a pesar de lo mal que está la economía, falta mucho para que aparezca la inseguridad ciudadana de otras épocas) y además la fruta es barata. Me encanta la fruta.
Ya no oigo tan bien, pero disfruto mucho de la música. Necesito gafas para ver de lejos, pero tengo los ojos más abiertos que nunca para todas las bellezas, y sé encontrarlas. Disfruto de la comida demasiado y eso incluye sus olores también. El sexo me funciona. Todavía me considero un hombre fuerte.
Y tengo una hija que sobrepasa mis mejores sueños. Os dejo la música de The Entertainer que tocaba hace seis o siete años, debería recuperarla, es otro placer. Hay muchos placeres. Gracias, vida.

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