Mi curiosidad frecuenta las estadísticas de este blog y a veces me descubro preguntándome ¿de qué ira ese título que ahora están consultando? y lo miro; me suele gustar: soy muy indulgente conmigo mismo.
Si lo consultan mucho, me entra una responsabilidad, ¿estará bien escrito? ¿Tendrá unas ideas que ahora hayan cambiado y deba matizar? A veces lo hago: corregir la forma o rectificar el fondo. Me alegro mucho de que este invento lo permita. el siglo pasado me publicaron en papel, alguna carta en el País, en una revista de poesía, y creo que siempre habría algo que cambiar, por no decir las erratas ajenas, que esas duelen mucho. Están muy bien las segundas y terceras oportunidades. La vida tendría que poder, ser un poco más así, también.
Pero nuestra escritura vital es en cada día, y hay muchos días perdidos en los que se vivió algo inútil o doloroso o se vagó. Me duele el paso del tiempo, me duele físicamente, porque ya hay cosas que no tienen repuesto: mis muelas perdidas, mi desequilibrio glucémico, mis ardores de pies nocturnos, mis ardores de ojos nocturnos, mis sueños poco reparadores.... Me siento mermado en mi capacidad de escribir. Ahora casi solo pienso en huerto, en pared, en riegos, cuando necesito leer para estimularme, para corregirme, y... se acerca mi cumpleaños nº cincuenta y uno sin atreverme a escribir dos novelas que tengo pensadas, sin que tampoco me agarre el prurito de un relato corto. Saramago dijo que él no era un ejemplo de precocidad y eso debía darnos ánimo a los veteranos, pues publicó su primera novela con 45 años. Pronto hará seis años que los dejé atrás.
Quizá deba conformarme con se un hombre blog, y últimamente un hombre facebook. Yo que odiaba esto último, he trabado unos cuantos afectos que no debiera desairar.
No es un deseo, sino todo lo contrario, lo único que me reintegrará a la cultura y a las ganas de escribir como antes tenía, es que me manden al paro. Desde la insatisfacción económica soy más yo, o más ambicioso. En mi actual versión, como cobro un sueldo, parece que justifico mis días y puedo estar perdido en la vagancia, haciendo las cosas a medio o cuarto gas.
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