Fue el primer libro obligatorio de mi vida; a
los 14 años. Por no gastar el dinero de mis padres, lo saqué de una biblioteca
y no sé si junté las letras que lo componían, -admito que hasta puede que en aquellos
tiempos lo haya silabeado penosamente-
pero no lo he leído de verdad nunca. Compré este ejemplar muchos años más tarde y volví a
reintentarlo hace siete u ocho años: fue, otra vez, en mala hora; quise leerlo por las noches y volví a
abandonarlo.
La deuda que tenía con el clásico me la ha
saldado gozosamente en Hervás hoy sábado
16 de mayo de 2015 una sola actriz: Carolina Calema. Ya me doy por bien leída La Celestina ,
aunque asumo el compromiso de rebuscar
en el libro de arriba el placer de saborear en privado cuantas veces quiera, el texto
litúrgico.
Ha sido enorme esta Carolina Calema, una
mujer que he visto y oído en primera fila, quizá por ello la percibí todavía
más engrandecida y multiplicada. Me hizo sentir arrumbado en la platea como
poco más que otro títere pasivo a quien, esta gigantesca dominadora, daba cinco,
ocho, diez, vueltas, polifónica de voces, de gestos, de andares,
como una diosa Kali de cuatro brazos, podía prestar una sus múltiples manos a las
marionetas. Compuso cinco roles de birlibirloque ella misma; y también fecundó en el público un sexto/sexo personaje: fuimos
una convencida Areusa, haciéndonos, dejándonos hacer del incrédulo, Pármeno,
manejado por Celestina, que quiere recrearse, no solo celestineando -manipulando
voluntades-, sino solazándose visualmente en las plenitudes sexuales de la juventud.
Carolina, actriz argentina, no nos acarició
con el engatusador acento rioplatense, ¡ y cuánto se agradece su genio
interpretativo en castellano neutro! ¡Y qué rico, cómo le presta a lo clásico,
nuestro idioma llano sin colorines locales!
La artista se mostró a nuestros ojos cual si
fuera culturista física. Si cuando vemos a un portento muscular, exclamamos
¿pero un ser humano como yo puede tener escondidos tantos músculos
diferenciados? porque sí: uno al ver
esas hipertrofias se compara y se recuerda
en el espejo poco más que brazos, rodillas, codos y un
abdomen ocioso, de curvo relieve…. Y
cuesta creer que esos hinchados esculturales sean de nuestra misma naturaleza. Hoy vimos a
una culturista, que además era maratoniana, con
pulmones de record de inmersión
libre..., un fenómeno, Carolina Calema y su entrenador Darío Galo, -la actriz está
dirigidísima desde abajo, se siente y es de justicia mencionar al otro artífice- han
rebuscado, tallado, afinado, bruñido, creado el instrumento rey: el órgano de
iglesia, y han ejecutado con arte y perfección la exhibición gimnástica y
musical de todo gran organista para la inteligencia de este texto, que hoy me
ha permeado como lo que es: un clásico imperdonable e imprescindible. Gracias.
PD Y además Carolina es joven y guapísima,
aunque uno ande en la obra liado en estos juegos de percepciones.
G H Fischer, (imagen de principios del S XX)
No hay comentarios:
Publicar un comentario