Vargas
Llosa puede permitirse debutar en el teatro en la temporada regular de Madrid,
a punto de cumplir 79 años. No dudo de que el texto, su adaptación del
Decamerón, tendrá mucha calidad, pero la gente
irá –y a mí me gustaría ir- a verle a él. Independientemente de si la obra es
interesante desde el punto de vista teatral y si objetivamente rinde lo que se
debe esperar de una obra de teatro que se estrene en el Teatro Español de
Madrid. Lo que es claro para mí es que, resulte como resulte, se llenará y la
gente se hinchará a aplaudirle. Hay suficientes lectores agradecidos que
garantizan ese resultado. Eso son réditos.
Lo
mismo sucede con la obra que estoy leyendo El héroe discreto (2013), de
la que sólo oí excelentes críticas cuando se publicó –más réditos- y que el
profesor de Lengua de mi hija ha recomendado y nosotros hemos comprado a 12,95,
es una segunda edición más barata que la primera pero a un precio trece veces
superior al que yo compro libros(más réditos, por ser vos quién sois).
La obra
para mí es entretenida y la estoy devorando gustosamente, pero lo hago como
lector resabiado de una quincena de novelas del peruano, y puedo hacerlo porque
tengo los réditos o recojo los frutos de lecciones o lecturas anteriores. Conozco
su estilo y estoy habituado a los peruanismos, me son familiares los tics
de los personajes, muchos son un compendio de bastantes novelas anteriores; conozco la biografía y parece que voy de la mano del admirado escritor. Además,
también me apetece hacerle un homenaje, y con todos esos réditos de los
lectores, Vargas Llosa se garantiza una edición y vuelta al ruedo. Lo
mismo que en el teatro.
Cuando
se está por encima del bien y del mal, cuando se es una figura del Olimpo, ya
no es necesario demostrar nada nuevo, basta con recolectar los réditos. No creo que
esta novela gane ningún nuevo lector de Vargas Llosa, aunque reconozco que la
trama es interesante y tira de mí como lector viejo; no creo por sí misma merezca o gane lectores nuevos. Carece
de la alta literatura que el autor nos ha proporcionado siempre. Es una
recapitulación de novelas y personajes del Elogio de la Madrastra , Los papeles
de Don Rigoberto, todas en las que sale Lituma, La casa Verde,
incluso sale el servicio militar al que un padre obliga a hacer a un hijo: de
su biografía y de La Ciudad
y los Perros.
Personalmente
no me siento defraudado, estoy contento de contribuir: así estoy –sólo dos años
después- al corriente de la última novela del Nobel a quien debo tanto. Pero es
puro rédito.
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