viernes, 23 de enero de 2015

La lealtad del General Rojo

He perdido la foto que tenía hecha de la portada por eso pongo un enlace de una entrevista aunque cometan la falta de conocimiento que es poner Mayalde con "ll"
http://www.laopinioncoruna.es/contraportada/2010/06/22/jorge-martinez-reverte-militares-deberian-reconocer-herencia-general-rojo/395750.html

Estoy leyendo un libro incompleto de esta figura, editado por Jorge Reverte en el año 2011. Recoge escritos de un escrupuloso militar profesional, que a pesar de ser católico y políticamente centrado, -aunque él no lo diga -, debía ser de las pocas personas de "centro" que hubiera entonces, no se sublevó el 18 de julio con la mayoría de sus compañeros. Su actitud no fue por querencias políticas sino por fidelidad a  a la palabra dada o a las instituciones democráticas, que había en la España de 1.936.
No sé si es porque todos siempre deben salir favorecidos en las autobiografías, porque siempre se aprovechan para justificar lo que se hizo, dejando en evidencia lo que otros hicieron u omitieron, pero a mí, este hombre me convence. España estaba en buenas manos si hubiera habido mucha gente así.

Los otros militares querían ser importantes, se habían sentido importantes en las guerras de África, y querían que España se gobernara como sus cuarteles. Se dejaron querer, excitar, por los partidos fascistoides y decidieron dar un golpe de mano.
No sólo era la Falange o las JONS, hasta la CEDA de Gil Robles era una derecha que tenía marcados tics fascistas: sus juventudes las JAP exhortaban al líder máximo como "EL Jefe". El signo de los tiempos, la revolución rusa radicalizó a los fascismos.

Lamentablemente, hubo militares leales como Rojo, que defendieron la legalidad y por ello en lugar de haber habido 2.000  ó 3.000  muertos y unos cuantos millares de presos, (lo que hubiera sido un golpe de estado medianamente cruento), hubo una guerra que causó casi medio millón de muertos y otros tantos entre encarcelados lisiados, añadidos a mucha destrucción, mucho exilio y muchos años interminables de autoritarismo oscuro, cuyas secuelas perduran en la forma de ser española.

Rojo y otros militares, no obstante, tenemos que reconocer que hicieron lo que tenían que hacer: organizarse y luchar defendiendo la legalidad frente a los insurrectos.

Rojo es un militar hasta la médula, en esta obra se duele amargamente del asesinato que en algunos buques de guerra que realizó la marinería de ideología republicana de los oficiales al mando de los barcos que se querían sumar al golpe. Se duele también de que un general italiano, invadiendo Guadalajara, llamara a los republicanos que se le oponen "aventureros desalmados". Con los italianos se despacha a gusto y  no se sujeta  de criticar. Lo hace profesionalmente y con argumentos sobre aquella operación prepotente que tan mal les salió a los fascistas. Señala, por ejemplo, que eran muy simples las encriptaciones de sus comunicaciones "secretas" y que los servicios de escucha republicanos enseguida los descifraban y adivinaban el golpe.

Rojo a pesar de su corporativismo militar, siempre que viene a cuento aprovecha para reivindicar por su nombre a los militares que se mantuvieron leales, se ve impresionado por cómo funciona la defensa de Madrid en manos de un ejército popular que se estaba improvisando, cómo se fortalecía el músculo de la resistencia. Es la única parte del libro en la que se le ve apasionado. El resto es una descripción muy analítica no sólo de los aspectos militares, también de las causas muy bien templadas. Aunque el libro, sin duda, refleja una madurez que se tiene 20 años después de los hechos, cuando el autor va a justificar lo más importante e histórico de una vida, que ya rinde sus últimos años.
El libro es muy recomendable y no es extraño que yo manejara la 6ª edición

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