martes, 7 de mayo de 2024

Un alto en el camino de vuelta

me gustó fotografiar como una parra de uvas enmarca una señal de STOP de este pueblo. Cuando dé su fruto distraerá a los conductores, o les sugerirá el hambre de uvas, (a mí últimamente cualquier comida que aparece por la tele me incita)
 

Los viajes ofrecen paisajes peculiares, especialmente si optamos por las carreteras y no por las autopistas. Como comenzamos a volver de Astorga sobre las nueve y cuarto de la mañana teníamos un día entero para hacer menos de trescientos kilómetros. Hubiera sido una tontería venir directamente a comer a casa, así que fuimos desgranando posibilidades para echar todo el día turisteando. El primer alto, que, como todos los demás, siempre sirve para necesidades fisiológicas y alimenticias, además de investigar pueblos y maneras de vivir, fue en  Santovenia del Esla, pueblo de Zamora con no muchas piedras rojas para la iglesia y abundancia adobes para las construcciones más populares, aunque también encontramos ladrillo de 1912.

En su tiempo trajeron de algún lugar lejano piedra al menos para los sillares de la iglesia, aunque me imagino que fue por su carestía, también la combinaron con estos lienzos de tierra cocida y ladrillo. Si hubiera habido abundancia de piedra entiendo que toda la iglesia hubiera sido de este noble y resistente material.

los adobes son una solución económica, se hacían con paja y barro, y solucionaron el problema de modestas paredes. 
Aquí tenemos una puerta carretera, (apta para el paso del carro), donde se han aplicado piedras en los lugares de mayor rozamiento. Es el mayor inconveniente del adobe, su falta de resistencia al roce.

Aquí entiendo que un rico del pueblo en 1912 encargó esta hermosa puerta carretera con ladrillos y un zócalo de piedra, aparte de un gracioso arco  que en este siglo de vida sufrió una falta de previsión al introducir un vehículo con un elemento más alto que dio un disgusto a su dueño.



              Puerta norte que tuvo que ser cegada por algún problema
La torre fue coronada a principios de siglo XX por una estatua del  sagrado corazón de Jesús. Una redundante moda que no me gusta y quedó "cantando" estéticamente "porque sí", además de ser un peligro. La gente de los pueblos que yo conozco sería incapaz de mandar quitar ese apósito, como las campanadas que dan muchos relojes por la noche, y lo defienden en nombre de una "tradición" inmovilista, obcecada e ignorante.



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