jueves, 25 de enero de 2024

Dios es un cuento incontable, si nos fijamos bien.

Escribo desde el vértigo que me da el universo y todos sus infinitesimales planetas escondidos en los huecos y rellenos de los años luz, donde habrá miles de billones de seres vivientes más inteligentes y más tontos que nosotros, pero muchos de ellos dotados de "alma". Aún cuesta trabajo pensar si dios es capaz de vigilar cada pensamiento, palabra y obra de todos los católicos y mucho más de todos los indios y chinos y malayos y nigerianos, incluso de los coreanos del norte.

Pero el universo que aparece por la noche ya es demasiadísimo para un solo dios. Yo he visto a muchas viejas rezando rosarios como yo salgo a correr por las mañanas, con el piloto automático, mi madre reza padrenuestros para cualquier pequeña preocupación laboral que le comunica mi hermana. Dudo mucho que Dios pudiera hacer caso a cada petición de cada vieja.

Leyendo las últimas cartas del libro de Juan Ramón Jiménez me apercibo de que se va refiriendo cada vez más a Dios, como la gente que habla en voz desmesuradamente alta para que le oigan otras personas diferentes a las que está hablando, para que se enteren, para que se den cuenta, por si acaso ir colando un mensaje para quedar bien con estos "no interlocutores" que pueden tener la antena puesta para escucharlo.

Estos poemas los escribí yo mientras pensaba, ya en estas penúltimas de mi vida, repito, en lo que había yo hecho en este mundo para encontrar un dios posible por la poesía.

(...)

Hoy pienso que yo no he trabajado en vano en dios, que he trabajado en dios tanto cuanto he trabajado en poesía.


Dios superomnipotentísimo también tenía que leerse sus cartas, y repasar sus poemas porque en el abismo de la vejez del poeta, (que siempre escribe dios con minúscula y por eso dice que no le publican en la España de Franco), le entran dudas y quiere ampararse en el por si acaso, comprar un billete de fe.

 Creo que muchos creyentes o semicreyentes hacen esto en las horas postreras.

Yo no: mirando a Sirius o a Betelgeuse o a todas las nebulosas que nos descubren los novísimos telescopios que flotan en el espacio, en lugar de mostrarme la omnipotencia y la labor del "arquitecto del universo" me parece increíble que haya alguien que pueda entrar a juzgar los dilemas de todas las almas, almitas y superalmas que tiene que haber por ahí. Es imposible, me marea imaginarlo.



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