domingo, 31 de julio de 2022

Riaño, la emoción de un paisaje

 

Al día siguiente, cuando tirábamos para Aasturias, dejé mi sombra en el espectacular paisaje.

En los años ochenta mi amigo Luis hablaba de los salvarriaños y los salvaballenas. En nuestra Salamanca universitaria de entonces había gente que se manifestaba contra la inundación de un montón de pueblos que iba a suponer este pantano. En el año 92 estuve en un curso de educación ambiental en el que todavía se quejaban del pantano diciendo que no se había regado todavía una hectárea. Por supuesto que entiendo a la gente que tiene enterrado su pasado bajo estas aguas, pero yo solo vine aquí en mayo del 2022 y me parece un paisaje precioso. Agobiados como estamos este año por los incendios y la falta de lluvias, no sé qué haríamos sin pantanos en este país sediento y recalentado, además algo de energía eléctrica sin emisiones de CO 2 producen.

Dormimos en el nuevo Riaño, que es una isla (o península) en este pantano, un lugar especial, moderno, pero con trazos de melancolía. Algunos de los que viven son de los que no quisieron marcharse y aceptaron el nuevo pueblo; otros, como nosotros de turistas, han venido y ya se encontraron esto, así no estamos en el fondo de un valle sino a media altura entre las montañas.

 


Llegamos cuando se estaba poniendo el sol y, a pesar de ser viernes encontramos rápido un buen alojamiento a un precio económico. con lo que pudimos pasear buscando las últimas luces. Había mucho silencio, es extraño vivir en una isla melancólica.



Aquí está su plaza mayor diseño contemporáneo; pueden verse unas columnas que tienen escrito el nombre de los pueblos ahogados. No había nadie en las terrazas, ni niños jugando, tampoco es que hiciera mucho frío, en mi opinión. Uno espera una plaza mayor más viva, con algunos niños correteando en un lugar tan seguro, pero no había ninguno, y no era tan tarde. Pero niños, y niños jugando en la calle, es de lo que más falta en España.

No faltan iglesias, algunas traídas piedra a piedra y reconstruidas en esta isla, supongo que tendrán "tanto" público como el resto de las iglesias españolas, porque al carecer de tradición, aún menos, aunque las protestas en los días de las grandes manifestaciones servirían para que se amontonaran recuerdos y salvaciones  de piedras con ánimo de contentar, ¡que poco sentido tienen ahora!.

Porque el pueblo, como puede verse desde nuestra habitación del hotel, es moderno y anodino como una urbanización, bien dotada de soportales para la lluvia, cuesta trabajo imainaros llenos de gente como otros lugares que hemos visto en nuestra vida.


Nos fuimos con una sensación agridulce. Es necesaria la muerte para constuir otra vida. ¿Es necesaria la muerte para construir otra vida? pues no lo sabemos, puede que habláramos de la España vaciada de pueblos perdidos sin médicos ni bancos, totalmente abandonados. El chiste fácil es que esta es la España llenada de agua. El nuevo Riaño tiene de todo. El agua embalsada está aquí y no en el mar, y servirá para tantas cosas que sirve el agua. La cultura se perdió y los recuerdos de aquéllos que ya no podrán enseñar donde nacieron o donde dieron el primer beso después de un baile, se pudre de manera diferente a mis recuerdos de sitios a los que sí puedo ir, aunque también estén muertos. 
Uno no sabe, pero es bueno empaparse de sensaciones y de preguntas. Eso es la sensibilidad literaria y humana, la que se enfrenta a lo práctico, a lo idóneo, a los hechos consumados. Aquí nace y se enamora gente ahora. Este julio estará de bote en bote. 
Muchos venimos a sus hoteles, algunos sentimos la historia y hacemos imaginaria arqueología de la melancolía. Es una vivencia interesante de sentir.


No quiero dejaros con tristeza a mí me alegra mucho el agua en los paisajes, y cuanta más, mejor.

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