jueves, 9 de junio de 2022

Viene más calor y me entra una comezón.


 

Hoy es 10 de junio y ya tengo maduras algunas grosellas, las frambuesas y las cerezas. Recojo muy prematuramente, en comparación con otros años, verdolaga (una "mala hierba" que crece espontáneamente y  que aprendí a aprovechar en ensaladas). Es que el año se presenta con calores apocalípticos y el padre que soy de todas mis frutas y hortalizas querría acaparar ya todo el agua que quizá escasee; lo barrunto. 

Y quizá riego más de la cuenta, y quizá malcrío a mis hijas, pero no puedo evitarlo. Ha habido muchas muertes por disputas de agua. En mis ocho años de hortelano nunca he discutido, aunque he hecho todo lo posible porque mi prole no estuviera desasistida del vital elemento y eso ha traído consigo el ir muchas veces de noche con una linterna a desviar el agua a mi regadera. Ventajas de tener el huerto al pie de mi casa.

Siento que este año voy a tener que pelear, y esa pulsión telúrica irracional es difícil de explicar a quienes no tengáis huerto, ni tampoco seáis padres.

Es un desasosiego prematuro. Supongo que también es porque también ya he visto flores en algunas tomateras, cosa que no recuerdo tan pronto otros años, y quiero santificar mi boca con el frescor de su fruto. 

¿Padre caníbal? ¿Saturno devorando a sus hijos?: quien tiene huerto me entiende.

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