domingo, 19 de mayo de 2024

"No desfallecer nunca"

 En la segunda parte de la filosofía que recibí en tercero de BUP se nos enseñaba lógica. La lógica entre otras cosas es la simplificación del lenguaje. Más o menos llegando al esqueleto de afirmaciones y negaciones.


Fallecer es morir, pero también podría ser debilitarse, aflojar, fallar, rajarse, desistir, abandonar. En cualquier caso es algo negativo.

El prefijo "des" significa lo contrario de la palabra a la que sigue: desocupar, descansar, desatar, descomunal... por tanto des + fallecer  sería tanto como resucitar, animar, fortalecer. Pero viene a ser entendido generalmente como lo contrario. "estoy, que desfallezco"

Si a ello le añadimos un no por delante: "no desfallecer" las dos negativas se anularían, de manera que esta expresión significaría tanto como morir, debilitarse, fallar  etc. La lógica otra vez contraria a lo que se entiende.

Pero si le colocamos otra negación temporal, "nunca" la frase nos quedaría como desempatada de manera que no desfallecer nunca vendría a ser como estar animado siempre. Lo cual, por fin, es lo que se pretendía decir.

sábado, 18 de mayo de 2024

Despidámonos de Toro ya

 Pero es que es una lástima dejarme estas fotos en el ordenador. Tienen sentido dentro de lo que es mi exhibicionismo viajero. Perdonadme: además, es una manera de darles vida. Dentro de unos meses habría de buscar un pretexto para traerlas aquí.  Así que ya que es una tierra de buen vino, apuremos la botella. (Compramos una por puro agradecimiento: un tinto "Barandales" por 3,70 €)

                                La puerta del convento del "arco recto"

La torre de la colegiata. Llegará un día en que, por artritis o por impotencia muscular, no subamos a estos sitios. Quizá sea aquél el momento de dejar de viajar.

                                                           La plaza de la Colegiata.

                                                 Un modesto románico
Unas poderosas escuelas de más de cien años, encargadas por una señora benefactora a la que mi memoria no puede hacer justicia. Lo siento.

Curvas que llevan a la curva del Duero, (amapolas y chumberas en primer plano)

                                     Vista general de la colegiata desde el Este

                                                             Un arco de descarga

                       Un claustro conventual de lo que ahora es un instituto, donde nos colamos.

Una de las puertas monumentales. Algo me recordó a la también vinícola ciudad de Burdeos

                                       La torre del reloj, que es otra puerta
                            Otra puerta más, "icónica" está en la denominación de origen del vino de Toro.

Habiendo traspasado la puerta del reloj. No recuerdo quién es el santo o el cristo que nos bendice a los que estamos dentro.


Otra vista con soportales que me recuerda a Llanes, a Burgo de Osma, a Baeza, a La Rochelle, a ...


 Es imprescindible conocer y reconocer esta ciudad. Se me quedan muchas fotos por mostrar.


viernes, 17 de mayo de 2024

Más Toro, (media tarde solo fue)

 


Un palacio castellano


                                         Una iglesia con torre neoclásica


La portada exterior de la colegiata, en la que se ven muchos músicos y ángeles. Un famoso director de orquesta Jesús López Cobos nació en esta localidad


Amapolas desde la meseta toresana, mirando al valle y antes a la vaguada.
                               Primavera obsequiosa. ¿Cómo no recogerla?


                                                         Acercándolos



Ermita de la patrona, se me olvidó el nombre de esa virgen (advocación)

Yesos castellanos (más sobrios que los andaluces)

Detalle antropológico de lo que hacen los quintos de ahora, sus novias apostillan. 

 

Un arco recto de un convento, aunque a lo que se ve ha tenido un problema constructivo en estos siglos.

jueves, 16 de mayo de 2024

Reunir la utopía.

 Me asedian los recuerdos cuando estoy en el huerto: los buenos, los regulares, los malos. Pienso en el paso del tiempo desde aquellos momentos. Fantaseo muchas hipotéticas reuniones, pero son imposibles. Cada uno siguió su camino, y en esas décadas ha tenido tiempo de tener vivencias fuertes y placenteras, vivencias que llenaron de orgullo y otras de bochorno. Yo seguí con las mías propias, y mi memoria subraya las que quiere. Recuerdo las partidas de mus, los partidos de fútbol, los cánticos en los bares, el cinco cero del Milán al Real Madrid, la final de Atenas en la que Drazen Petrovic "burreó" a todo el equipo blanco (ésa la vi solo en mi casa una tarde). Las siguientes eliminatorias con la Cibona de Zagreb. También recuerdo la final de la Eurocopa de fútbol en París cuando Arconada se tragó aquel gol. Muchas reuniones han tenido que ver con el deporte pasivo, con el televisivo. Los de mi piso íbamos al piso de unas chicas zamoranas a ver el baloncesto, también campeonato de Europa de selecciones. Era un pretexto, ni a ellas ni a nosotros nos gustaba tanto el baloncesto como compartirlo. Recuerdo que Checoslovaquia por primera y única vez en su vida nos masacró a triples, y nos cortó el paso a la final. ¡Qué depresión!

También se me viene el glorioso 5-1 a Dinamarca nocturno en el Bar del Atleti en nuestro barrio de Salamanca. Ese día el Rey Juan Carlos entró en el programa de Jose María García. ¿Dónde estarán aquellos seudoamigos y seudoamigas con los que compartí aquellas sensaciones? Algunos sé que han muerto, pero otros y otras ni sé.

Cuanto más solo estoy más me lleno de recuerdos, de preguntas, de justificaciones, ¿pero es que la vida se me fue así? Viendo espectáculos y más espectáculos, protagonizando hechos poco gloriosos, ridículos, desafortunados, siempre pequeños.

He salido bien parado de la vida. Recuerdo una vez, quince años tendría, que mi amigo Luengo y yo saltamos por una puerta de entrada a la muralla de Ávila y subimos arriba del arco de San Vicente. (el más alto de todos) Era por la tarde y estuve a punto de caer por un hueco que por supuesto no estaba protegido. Hubiera caído a un adoquinado por donde además pasan coches. Sucede que la zona no era visitable, por eso estaba cerrada. Hubiera muerto o quedado paralítico si no me llego a dar cuenta y me freno. Otra vez, de niño se cayó el dintel de piedra de una puerta de un huerto que pesaba más de cien quilos  y me pilló una pierna que se quedó intacta pero atrapada en un hueco que había hecho el discurrir del agua. ¡El ángel de la Guarda!

Entonces habría sido protagonista. Una tragedia así reúne a mucha gente en los velatorios, muchos de los que me habían conocido entonces, y los familiares y amigos de mis padres se hubieran reunido en torno a mí. 

Sería bonito reunir a toda la gente que hemos sido en las clases del instituto, en las de la EGB, en los pisos universitarios, en los equipos de amigos futboleros o baloncesteros. Una de mis películas favoritas es Broadway Danny Rose, en la que un grupo de amigos se reúnen para hablar de otro. Supongo que uno de los alicientes del cielo en el que no creo es reunirse con toda la gente.

Supongo que mucha gente se reunía para ver las etapas del Tour de Francia de mi quinto Miguel Induráin. Nosotros los mortales es imposible que reunamos tanta gente; solo cuando se encuentren dos o tres personas, pienso ahora en las tres muchachas de Zamora, a lo mejor no han vuelto a coincidir, y recuerden cuando íbamos a su piso, pensarán en cada uno de nosotros. ¿Qué habrá sido de ellos?

Nada; yo aquí en el huerto cavando el barbecho para el año que viene. 

miércoles, 15 de mayo de 2024

Toro. Más colegiata.

traté de colocar todo el templo en una foto y siempre salen un poco antinaturales estos embutidos.

                            siempre que veo a un instrumentista de cuerda pulsada lo recojo

                       María Magdalena con unas manos desproporcionadamente grandes


Vista de la famosa curva del Duero desde el punto más alto que puede verse legalmente.

                          Siempre que subimos a las torres encontramos  maquinarias de reloj


                                                    Creo que es Santiago
Otra vista de la cúpula, por arriba anda el león de San Juan, aquí a la derecha el púlpito, que como los demás dejaron de usarse tras el Concilio Vaticano segundo aprovechando que también había micrófonos. En el órgano cuyos tubos llegan al sobreexpuesto rosetón hay dos cabezas que abren la boca cuando suena su tecla. 

Una piedad flamenca en compañía de más marías, y de San Juan con túnica roja.


Supongo que este retablo, como otros que hay en mi pueblo natal, sin ir más lejos, sería recogido de alguna iglesia desacralizada o hundida.


 
                             El órgano de las dos cabezas
                                              Un San Jerónimo














estupenda idea estética la de los campos de colza. Ubérrimo valle del Duero.










El tesoro, que está protegido por una impresionante puerta acorazada
Detalle del verdadero tesoro.

martes, 14 de mayo de 2024

Los tierratragamés

 Algunas veces cuando estoy cavando en mi huerto me asaltan recuerdos de tonterías que hice en mi juventud y que me hicieron quedar mal con alguien o alguien quedó mal conmigo. Afortunadamente desde los veinte años y medio tengo novia y aprobé aquella asignatura que me tenía tan incompleto, tan intranquilo. Desde entonces ya respondo por ella y, aunque todavía cometí estupideces e imprudencias, a partir de ese momento fueron menos y la responsabilidad hacia ella y hacia mí reforzó el músculo de la prudencia, la cual se incrementó exponencialmente cuando fui padre quince años después. Ya tenía treinta y seis años.

Pero los recuerdos están ahí y cuando la mente está ociosa por estar trabajando sin delicadeza con el azadón, vienen a (perdón por la palabra pero no la encuentro mejor) putearme. Entonces me pongo a argumentar, a defender mi posición, a excusarme, a salir airoso en un hipotético reencuentro, (más bien sería un tropiezo involuntario actual) con esa persona.

Es una pérdida de tiempo: no sé si podría incluirlos en alguna eventual novela que escribiera, la escena o sus reflexiones, estas que algunas veces saltan a burlarse de mi razón en la cancha de mi cabeza. Pienso que sería una manera de exorcizarlos, o de hacer una llave de judo convirtiéndolos en buena literatura, literatura que hasta podría venderse, como me imagino que hacen otros literatos, entre ellos mi admiradísimo Luis Landero.

Si no lo hago, -que no lo hago- aquellos momentos bochornosos consiguen amargarme una tarde y después de haber cavado vuelvo a casa como si hubiera metido la pata recientemente, como si hubiera hecho algo malo. Por eso tengo la costumbre de mirar desde casa la tierra removida, los hierbajos arrancados o los surcos marrón oscuro que he regado. La realidad me sirve de flotador contra la ficción, o contra los recuerdos traicioneros.

      La foto tiene un par de meses: ahora hay plantas de patatas en el segundo bancal y también podrían verse en la actualidad berenjenas, pimientos y tomates en el cuarto que por estar a la altura de nuestros ojos no se aprecia lo grande que es.

lunes, 13 de mayo de 2024

Yo siempre he sido un niño legal, temeroso de Dios.

Por eso nunca entré a un puticlub. Tampoco me ha entrado ninguna puta ofreciéndome sus servicios. Una vez en la Gran Vía de Madrid a mi amigo Javi y a mí que andábamos un poco distanciados de mi mujer y mi hija, un hombre nos ofreció algo así como putas, aunque no recuerdo la literalidad de las palabras,  -lamento ahora no recordarlas-; creo que el hombre era extranjero, rumano o así. Estoy casi seguro que no reaccioné como un hombre de mundo, sino como un señor ofendido, pero tampoco pienso que lo hiciera tratando de ofender a mi ofensor, porque como he dicho en el título, soy temeroso de Dios. (Y de todo lo de esos sitios y oficios oscuros por añadidura).

Soy tan legal que nunca he visto ni comprar droga. Tengo la vaga idea de que llegados a determinados ambientes se preguntaba a alguien ¿Quién pasa? y te indicaban, o una aproximación de a quién o por dónde. Yo, que soy un hombre cívico a quien suelen preguntar muchos destinos y calles, nunca recuerdo que me hayan preguntado ¿quién pasa?, o por dónde hay una casa de putas.

Cuando vinimos a Béjar en 2003 todavía la economía de la ciudad, o las malas costumbres, daban para mantener un puticlub, estaba enfrente de la fuente del Regajo, de fresca y abundante agua, donde coincidí y vi por primera vez en persona a Roberto Heras, exactamente dos días después de que ganara una vuelta ciclista a España. El ciclista iba a recoger agua de esta fuente en unas garrafas como tantos bejaranos y forasteros, lo que me pareció un refrendo a mi afán. No sé si entonces estaba en funcionamiento el puticlub o si al poco cerró. Sé que lo era porque no tenía ventanas abiertas y había una enorme esfera roja en el tejado que se iluminaba de noche. Siempre he tenido prevención y nunca osé o coincidió que pasara al anochecer por ahí, y de día nunca advertí movimiento.

Supongo que en los alrededores de esta envejecida y depauperada ciudad habrá algún establecimiento de este tipo, que será bien conocido por los usuarios y, por tanto, desconocido totalmente por mí. En nuestros viajes se ven edificios en algunas carreteras, pero cada vez veo menos o los veo más cerrados. Imagino que el Covid habrá mermado éste como tantos otros negocios.

Se me ocurre el tema porque estoy leyendo Los helechos arborescentes de Umbral, que transcurre fantasiosamente en un puticlub de la guerra civil o de la posguerra, un delirio estético, un quedarse con el lector, un chorreo intemporal de imágenes remezcladas: un puro umbral, vaya.

Creo que este hombre si que ha sido frecuentador de estos ambientes, porque era un hombre de mundo, y un literato tiene licencia y ha (o había)  de dedicar presupuesto para ilustrarse sobre este oficio y sus aledaños. Tomar apuntes del natural, diría por ejemplo Toulouse-Lautrec.

Por supuesto, temeroso de Dios y sus castigos venéreos, como sigo siendo en estos momentos, soy incrédulo de la poesía o del bienestar que puedan en algún momento haberse vivido alrededor de aquellos negocios sobre carne de mujer; las "obreras" que decían en Argentina.