Y lo hicimos por haber pernoctado en Perigord; ya no pudimos ni parar a pesar de pasar a su lado. Porque en ninguna parte se puede ver una ciudad en media hora, sería como embucharse cualquier comida, una barbaridad de bárbaros insensibles.
Claro que Bergerac es Cyrano, obra que ni he leído ni tengo; sí vi en cine -y me gustó- la película que protagonizó Gerard Depardieu, y creo que también la tengo en DVD. Pero no la he vuelto a ver, debería sacar un tiempo para hacerlo, y quizá -mejor- sacar de la biblioteca pública la obra de teatro, para leerla.
Cyrano es a Bergerac lo que Santa Teresa a Ávila, lo tienen por todas partes. Y uno piensa por qué desconoce la poesía causante de tanta devoción.
Pero nosotros comenzamos por cruzar su puente sobre el Dordoña, un río que significa una de las comarcas más deliciosas en la mezcla de naturaleza y patrimonio que existan en el mundo.
Aquí comimos, a su vera, pensando qué nos depararía esta famosa localidad.
Había barcos para paseos fluviales, lo que muy pocos ríos de España pueden permitirse.
En estos tiempos se hablaba mucho de los desastres de los huracanes en Europa y Estados Unidos, como algo apocalíptico del cambio climático. Yo soy creyente en el cambio climático, pero en esta señal vertical sobre este edificio que está cuatro o cinco metros por encima del nivel del Dordoña actual se recogen las fechas de las más grandes inundaciones conocidas del río con la raya de por donde llegaron las aguas. El mayor era de 20 de enero 1728, en que el río creció 50 cm por encima de los 13 metros de su altura habitual. Mirad este detalle de la foto. Los 50 cm los he calculado por comparación a la raya roja de los 12 metros que está por debajo del 16 de enero de 1843.
Lamentablemente uno no se cree que esto pueda volver a suceder. Sin embargo si sucedió es posible, suele decirse que ni los más viejos del lugar lo recuerdan, pero para esto están los escritos históricos, las señales: aquí y en otros sitios bien visibles.
La gente que se arriesga o arriesga a otros a vivir en zonas inundables es inconsciente o es aprovechada. Yo no echo tanta culpa a los que no avisaron de lo de Valencia aquella tarde del 29 de octubre, no sé si sabían exactamente lo que estaba pasando, pero cualquiera pudo usar los medios de comunicación que tenía a su alcance, radios, televisiones públicas, teléfonos, interrumpir cualquier programa de televisión... los culpables fueron los que permitieron edificar en esos lugares o no hicieron las obras necesarias para desviar o encauzar el agua. La naturaleza, con o sin cambio climático, es muy bruta.
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