viernes, 2 de junio de 2023

He solicitado mi voto por correo.

Esta vez no quiero que falle, ni venir apresuradamente de ningún lugar. Lo estamos haciendo tantos que más valiera que se hubieran convocado las elecciones directamente por correo. Mientras yo rellenaba mi solicitud (menos de cinco minutos), a las nueve de la mañana, en la misma ventanilla dieron otros tres impresos.



La carta mía va a Salamanca por correo certificado urgente, en un sobre al cual adosaron una pegatina. Han vuelto a escribir a ordenador todos mis datos, y me han dado estas dos hojas de resguardo para mí. Después la carta volverá con todas las papeletas y otros cuantos de papeles. Con lo fácil que lo hago yo cogiendo una sola de las papeletas que mandan a casa los partidos y un sobre (debería estar prohibido también este despilfarro de enviarte su publicidad al buzón)

Gracias a esta gracia presidencial, el deficitario Organismo Autónomo de Correos y Telégrafos empañará su déficit, pero el Estado, que es de lo más endeudado per cápita que existe en Europa, lo aumentará, si paga por este servicio lo que vale. Yo he perdido media hora entre ir, cumplimentarlo y volver, y eso porque lo he rellenado allí, que las personas que se han llevado a casa los impresos tendrán que volver con su carnet a depositar el envío y dentro de un mes llegará el cartero a su casa y a la mía, nos identificará otra vez, y nos entregará mas papeles y todas las papeletas, que después de escoger, lo depositaremos (no sé si nos volverán a identificar porque ha habido problemas de fraude electoral en el voto por correo) y entonces seremos libres para aprovechar el puente de Santiago con los deberes morales hechos.

Pero sigo pensando: hay que cambiar esto de que un hombre, un solo hombre dialogando con su sola conciencia, ha declarado, (o con sus cojones: "sus vais a enterar") poner a bailar en el momento que quiera a todo un país de cuarenta y ocho millones el día siguiente de haberlos reunido para lo mismo y recibir un disgusto que, seguramente, no se esperaba.

Esto también debería reformarse. No está bien. Al menos que tenga que someterlo a deliberación y votación en el consejo de ministros, y que alguien le pueda decir "mira a ver" porque uno puede tener una mala noche y suicidarse, y eso será su exclusivo problema (a no ser que decida estrellar un avión contra una montaña de los Alpes, pero creo que eso ya lo han corregido; parece que siempre tiene que haber dos pilotos en la cabina). 

De momento, en todas las oficinas de correos de España hay un montón de gente perdiendo un tiempo que no tenía pensado perder.


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