domingo, 2 de diciembre de 2018

Pere Calders, un gran cuentista kafkiano, marginado por catalán.

Marginado aquí en Castilla, entiendo, porque con quienes he hablado de él le desconocían absolutamente; como yo.
Un descubrimiento casual: hojeando libros encontré este de la editorial Anagrama, que es prestigiosa y, por sí misma, un buen aval para emprender la lectura.
He gozado mucho, paladeando escalonadamente (no se debe leer un libro de cuentos de otra manera) cada relato, con su correspondiente resaca creativa, porque al ser cuentos enrevesados te abren mucho la cabeza. El autor, que comenzó a publicar en 1936, escribió su obra en catalán, y pasó una parte de su vida en México: el último cuento de esta antología es "Buñuel mejicano puro".
Copio aquí un fragmentito de  "El batallón perdido" que diría yo que es autobiográfico por definidor de la Guerra Civil.

Mi guerra fue pequeña si se la compara con otras obras maestras del género. ¿Por qué tendría que exagerar ahora, sin saber si me da mayor o menor importancia el volumen relativo de unos hechos que me arrastraron sin poderlos modificar? El caso es que mi guerra tuvo todo lo que hacía falta, la tristeza y el dolor necesarios, y la sangre, sabiamente repartida por los bosques y las calles. A menudo cierro los ojos y la veo de nuevo, formando innumerables manchas por todo el país, en diminutos charcos, deslizándose con lentitud por los troncos de los árboles o por las paredes enjalbegadas, o tiñendo las piedras con la huella de manos crispadas.        (traducción de Joaquín Jordá)

 De todos modos Calders volvió a España en los años 50  donde siguió escribiendo y publicando en su lengua, porque se permitía hacerlo desde 1945. Aunque solo fue homenajeado y premiado en Cataluña en la democracia (ya era mucho que se le hiciera esto en vida de Franco).


El libro es una joya. Buscaré conseguir o leer en bibliotecas el resto de su obra. Por recomendar un cuento corto diría "El desierto"

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