martes, 4 de septiembre de 2018

Verdugos.

Leo Las Trece Rosas, un libro con mucha fantasía onírica de Jesús Ferrero y me gusta: tiene poderosas imágenes, aunque yo preferiría datos. A veces se inventa cosas que no fueron, pero admitámoslo por licencia poética. También inventa más sexo y más perversiones de las que yo calculo que habría. Es un poco fraude tanta literatura sobre hechos reales. Pero no miraré toda la buena literatura como fraude a la verdad, que siempre lo es.

Pero yo he sabido de verdugos en el Valle del Tiétar y en el Barranco de las Cinco Villas. No tienen cara, yo no he visto la de ninguno. Del que en San Esteban del Valle mataba de parte del Bando Nacional solo es unánime que le denominaban el Balilla (supongo que es con "B"): pero unos dicen que era un gigante y otros que era muy bajito. Hay quien dice que era un antiguo "rojo" que hacía de matarife para ocultar su pasado o para que le perdonaran. Otra versión dice que unos episodios más adelante en la guerra le fusilaron porque se pasaba de violento. No sé su nombre; unos decían que era de la zona de Arévalo y otros que era de Valladolid.
Del verdugo de Villarejo del Valle se dice que era maricón. Dicen que al otro lado de Gredos llevó a matar a unas mujeres, y cuentan que a alguna de ellas la violaron justo antes de, pero él no participó, ¿puede que esa fuera la razón de que le llamaran "maricón"? sé su nombre pero no merece la pena ponerlo.

El verdugo más famoso de la zona es " el 501" y sé su nombre apellido y mote, pero tampoco voy a escribirlos. Creo que todavía vivía en Arenas de San Pedro cuando yo viví allí 10 meses. ¡Qué lástima! entonces yo no sabía que siete años después empezaría mi empeño por reconstruir esa historia. Me hubiera gustado entrevistarle, pero me conformaría con haberle visto conscientemente, aunque fuera de lejos. Siempre me hablaban de él, aunque nunca actuó en el Barranco de las Cinco Villas. Tampoco sé si era grande o pequeño. Natural de Poyales del Hoyo, una de las cosas que me dijeron fue que los rojos habían fusilado en agosto del 36 a su cuñado, y que era su hermana, la viuda inconsolable y vengativa, la que le tiraba de la chaqueta para que siguiera matando.
No mató a quinientas una personas, ni siquiera a cien, pero sí seguro que circulan cien anécdotas sobre él. Que tuvo una enfermedad y se le caía la piel a cachos, que le echaron de un autobús de línea porque le reconocieron, que llevaba escolta... Incluso entrevisté a una mujer que en medio de la tortura se levantó y le empujó con tanta fuerza que le tiró patas arriba.

No hay nada racional en la guerra, y muchos recuerdos que yo escuché setenta años después no me parecen fiables. De la historia de 501 lo que más "razonable" me parece es el componente psicológico de la venganza mezclado con la especialidad de matar gente. No todo el mundo quería,  por eso los verdugos son singulares y la gente intentaba recordarlos. ¿Eran psicópatas o gente desalmada que se aprovechaba de que no le importaba matar para evitarse otras tareas más laboriosas?

Esto está escrito en un libro sobre la represión en la zona.
 nadie sabe que les podía molestar de esta mujer, embarazada de seis meses, estos “defensores de la civilización", le abrieron el vientre, le arrancaron el feto y llenaron de piedras 
¿Cómo se hace eso? en el campo camino de una cuneta, se mata primero a la mujer o se la hace el aborto en vida? Se le llena el vientre de piedras, para lo que se lleva un cuchillo de carnicero y después de convertir a una persona en carne ensangrentada, con el cuerpo aún caliente se raja se extrae el feto y alguien sujeta los trozos de piel y carne para que otros realicen esa fantasía y después los testigos la cuentan y alguien la sigue contando 70 años después para que otra persona la escriba y nosotros la leamos. Pero, si pensamos un poco, no tiene sentido: soy incapaz de encontrárselo.


Yo  conocí (y grabé) a dos personas que reconocieron haber fusilado para el bando nacional en otros escenarios, para ninguno fue un plato de gusto. Uno de ellos me dijo que disparó al aire; quisiera creérmelo, pero no. Para el otro también fue un trago amargo y no quiso que le siguiera preguntando más.
Tengo la entrevista a un hombre de 97 años que vio (o no vio, porque se tapaba los ojos en la grabación  cuando rememoraba aquel crimen) Setenta años después para él seguía siendo horrible. Y  a su vera, dos soldados fueron obligados por la fuerza por los matarifes aficionados o curtidos, a participar en el fusilamiento. Las armas cargadas pesan mucho, la gente gime y grita, el golpe, el ruido de la pólvora, la sangre, las heridas la gente tendida que se revuelve. Hay que ser un especialista para que esto de disparar a gente indefensa no te destruya, para que no se te aparezcan las imágenes, los ojos, los llantos, los ruidos, las toses, los espasmos, la sangre brotando. Yo a los 18 años maté a un cerdo de ciento veinticinco kilos, sé lo que es la muerte de un animal. Aunque presuma de ello no me marcó: toda la vida había visto matar marranos. Los ojos y la jeta de un cerdo no son los de una persona, tampoco te mira de frente ni articula sonidos que puedas interpretar como mensajes racionales. Creo que yo valdría muy poco para vivir después de ser verdugo. No me cabe duda de que es un acto/oficio desagradable que todo el que haya practicado lo que quiere es que dure lo menos posible.

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