lunes, 10 de septiembre de 2018

Lo que se quedó sin

Tenemos una vida incumplida, todos nos quedamos sin decir o hacer algo que nos hubiera gustado. La vida real negocia a la baja con la ideal, y lo hace en nombre de la prudencia, de la paciencia, de la razón.
Todos detestaríamos enloquecer, ser groseros, dejarnos llevar por los instintos, sin embargo parece que podamos la salsa de la vida por no hacerlo.
Somos una parte de la vida mojada por la cobardía y somos más pobres en vida, pero gracias a ello nos evitamos reproches, bofetones, cárceles, guerras...

Yo como tantos, hace años me refugio en la fantasía, de lo que pude hacer, o de lo que puedo hacer, es el mejor paliativo. Un calvo real no debe liarse la manta a la cabeza.

Cuando se asiente la edad de la impotencia de todo, supongo que  lamentaré no haber vivido, quizá menospreciando definitivamente el hecho que por haber sido prudente podré "lamentar" la prudencia, la templanza, la fidelidad...
Si no, lamentaría mucho más la imprudencia, la infidelidad, las lesiones físicas de un accidente.

Está claro que me miro al espejo y no atisbo escrita en mi frente la palabra aventura.

Será que la vejez va reptando en mi interior.
Antes de llegar, quizá...

 He puesto muchos puntos suspensivos. Serán la vida que fantaseo y no vivo.
Pero ¿qué es lo mejor?

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