jueves, 2 de agosto de 2018

UN LIBRO IMPRESCINDIBLE PARA MI GENERACIÓN (Y PARA LA HISTORIA DE ESPAÑA)



Pienso que soy un republicano a quien no molestan los reyes, porque, además, considero que salen más baratos, y que quizá puedan ser hasta más útiles. Creo, pues,  que no quiero ser monárquico, pero este libro, muy bien escrito por el solvente y concienzudo historiador británico Paul Preston, me ha hecho un poco más defensor de la historia de la Transición y de la figura del Rey Juan Carlos; parte la viví como espectador adolescente, y me resuena mucho en esta biografía que he degustado.
El libro, que se publicó en 2002, se centra en el periodo “heroico”que va desde que a Juan Carlos le montan en un tren a los ocho años, dejando a sus padres y hermanos atrás, porque Franco había exigido a su padre que, si su hijo quería tener opciones a sucederle, tenía que ser educado en España, hasta el intenso 23 de febrero de 1981 que fue su gran día.
Un niño de ocho años se viene en la posguerra a un país tétrico, aislado por haber perdido la guerra mundial el bando fascista, para ser formado por preceptores escogidos por el dictador, lejos de su familia. El Rey, durante su niñez y adolescencia, fue moneda de negociación, de tensión, porque fueron tensas las relaciones entre Franco que no quería que tras su muerte volviera a haber república, sino monarquía, y su padre, Don Juan, que quería, que si no era él rey que, al menos, lo fuera su hijo, para que el Dictador no metiera como sucesores a otros de la familia o de una familia nueva.
Ser una pelota de tenis es una situación inhumana; el libro reconoce que este hombre tuvo que sacrificar su niñez y juventud, y yo me lo creo, y declaro que me parece digno de compasión, y además de que le agradezco este sacrificio, que considero necesario.

Paul Preston se especializó en estudiar a Franco, así que ya tenía hecho casi medio libro, porque a la sombra de Franco fueron cultivándose desde el 47 al 75, las opciones de este niño que crecía, se casó , tuvo hijos, fue humillado muchas veces, le tocó nadar contracorriente esquivando troncos y mientras tanto, sonreír al tendido, queriendo ser, desde el principio como postulaba su padre, un rey constitucional, no dictatorial como se le impuso jurar para ser, al final designado. Nadar y guardar la ropa mientras se nada es difícil sin mojarse, así que Juan Carlos se mojó lo menos posible como para ser presentable. En 1969 le presentaron, pero todavía tuvo que sortear, en los setenta, más maniobras de calado que quisieron apearle del cargo en vida de Franco.

Descubrir que el Rey, de quien me he burlado porque siempre leía papeles, a quien no he apreciado porque era un pijo de la misma edad de mi padre que es un  cantero que ha pasado todo el frío y el solazo del mundo tabajando con sus manos siempre encallecidas, mientras  su quinto se untaba la mano con vaselina para que resbalara de los saludos de la gente, ha tenido una verdadera mala vida de tensiones y de trabajo duro para sacar adelante a su familia Real, es lo que sorprende de este estudio.  Me resisto a ser juancarlista, pero mientras he leído este libro me ha resultado admirable, no solo su biografía sino  su inteligencia, que era propia, (además de estar todo lo bien asesorado que se quiera).
Es un libro que se lee con pasión y satisfacción, además tiene fotos, que ayudan a recordar nuestro paso pasivo por su vida.

Siendo un hombre providencial que penosamente escaló hasta la cima del 23 de febrero del 81, después en el llano ya perdió misterio, quedó en un funcionario superprivilegiado; se adocenó y no ha tenido ni la suerte ni el trabajo ni la prudencia con la que jugó sus cartas para ser rey y llegar a la democracia. Su decadencia la hemos vivido en este siglo, donde lo mejor que ha hecho es abdicar.
Creo que si sus coetáneos leemos este libro le hacemos un homenaje silencioso y  nos ponemos al día de la historia de España de esos años. Os lo recomiendo.

2 comentarios:

  1. Cualquier hecho en torno a Franco, tuvo algo de enfermizo, de psicopatía social y narcisismo revanchista, y esto del manejo de la jefatura de Estado no podía ser menos. Curiosamente, ya al año de guerra, en 1937, el abuelo, Alfonso XIII, declararía que Franco era un traidor; y nadie mejor que aquel rey para saberlo bien, que autosuspendió en excedencia su reinado a la espera de uno como Franco, pero vio que su, hasta entonces queridísimo y leal "Franquito", le daba la espalda o ninguneaba como si no existiera el rey ni el heredero, Juan.
    Después, las tensiones y peripecias serán constantes, el niño Juan Carlos como figura semisecuestrada entre los divorciados, príncipe Juan y caudillo Franco. Hay quien analiza como muy probable que si la nieta de Franco se hubiera casado antes con el primo Alfonso, Franco habría sido capaz de dar marcha atrás y, con una pirueta dinástica, haber dejado a su nieta el reino de España y el rastro genético de los Franco en la siguiente monarquía borbónica. No sé si Preston toca esas tensiones, pero se asegura que doña Carmen trataba a su nieta de alteza y le hacía el saludo besamanos y doblando rodilla como si reina fuera.

    ResponderEliminar
  2. Otxoko, todo esto lo trata Preston, es un libro largo que transmite, (dicho en términos taurinos) sabiendo el final yo me ponía tenso pensando que no iba a conseguir la "sucesión"; y en el golpe de estado del 23 de febrero, también, creí que se liaba otra guerra. A pesar de que cuando lo viví en directo tuve muy claro que no podía pasar. Tengo comprado para leer Anatomía de un instante de Javier Cercas, en la que creo que Juan Carlos no sale tan bien librado, pero quiero interpolar algún otro libro.

    ResponderEliminar