jueves, 26 de abril de 2018

La raíz

Yo he sido poco llorón, pero cada vez lo soy más. No recuerdo haber llorado de rabia, ni de tristeza. Lo que me motiva, y es como un placer prohibido, son los gestos de raíz, el folclore viejo, por ejemplo el bolero de Algodre, canciones de la tierra castellana con cuanta más tierra mejor. Recuerdo otra vez que lloré leyendo una historia del gran corredor checo Emil Zatopek, que después de haber sido un héroe deportivo, se le ocurrió apoyar la primavera de Praga y tras la invasión soviética fue encarcelado y después obligado a barrer las calles. Lo que me hizo llorar es que las mujeres salían a barrer su trozo de calle para mostrarle su solidaridad y homenaje y librarle de la pretendida humillación.
Ayer me pasaron una canción que me hace llorar y va de la solidaridad también. Son 2,45 minutos, a ver si sois capaces de aguantarlos sin emocionaros https://vimeo.com/86909814

1 comentario:

  1. Ciertamente, como los chicos fuertes no lloran, nos es difícil llorar en circunstancias adversas y, sin embargo, lloramos de grata emoción por unos acordes o una historia bonita, humanista. Te escribo desde una Villa que no es Grándola, aquí es al contrario. En Grándola, José Afonso se sintió conmovido por la cooperación y fraternidad de la gente, por su Sociedad Musical y su biblioteca. Pero en esta Villa, y ya en 2018, no hay en cada esquina un amigo, ni en cada rostro igualdad, ni la biblioteca tiene un sentido apreciado, y en lugar de cooperación, la dictadura dejó un espíritu suspicaz, despótico y pendenciero.

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