jueves, 1 de marzo de 2018

EL LENGUAJE OFICIAL ES PARA COMUNICAR


 No debe servir para crucificar a la mitad de la población, ni tampoco para “dar visibilidad” o publicitar espureamente  el lamento por una situación injusta (por ejemplo, que cada año en España mueran más de cincuenta mujeres a manos de sus parejas o exparejas).

Si lo que se escribe se escribe para leerse y la lectura sirve para recibir ideas  que se transmiten mediante la escritura, lamento como secretario tener que haber escrito en el margen del libro de matrimonios:
“por sentencia del juzgado de violencia sobre la mujer nº 1 de Torrejón de Ardoz se decreta el divorcio de …”


 Mi registro civil es pequeño y creo que es la primera vez que tengo que anotar la referencia de una sentencia de divorcio dictada por un juzgado con este violento nombre.
Cualquier persona ajena, no a la cultura, ni al derecho, sino a la burocracia judicial actual de España -porque espero que este injusto nombre se cambie-, interpretará que “alguna violencia habrá ejercido el  marido de este matrimonio” cuando le ha juzgado un juzgado de violencia sobre la mujer.

Yo creo que llamar a un órgano judicial con este énfasis y luego atribuirle también estos asuntos, meramente civiles, raya en la injuria hacia el hombre, - además el de la sentencia que anoté hoy se había divorciado por mutuo acuerdo-.
Si en algún momento algún descendiente estudia su árbol genealógico, cosa que suele hacerse consultando registros civiles, se llevará la triste idea que he dicho de su antepasado. También si hoy lo traduce un extranjero se llevará idéntica idea.

Alguien debería explicar en qué contexto estamos, imprimirse un manual para desmontar la desfachatez.
¿Y no es mejor no montarla? llamarlos juzgados de asuntos familiares, de conflictos familiares, o juzgados de familia, como se han llamado siempre.






 P.D.  No sé donde llegaremos por este extremo pero estoy completamente seguro de que con estos nombres ruidosos no vamos a salvar a ninguna mujer de ninguna violencia.

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