jueves, 4 de enero de 2018

Escuchar a los que saben.

Inmediatamente se me viene a la mente lo del "despotismo ilustrado" frente a la democracia. Ciertamente el mundo ¿se debe gobernar por las decisiones de la mayoría o por las reflexiones de los sabios? ¿quién dice quiénes son los sabios? ¿no es posible "comprar" sabios a la carta para que decidan lo que conviene a algunos?

Todo es posible y siempre hay que estar en guardia; pero realmente, para saber, es necesario que a uno le eduquen previamente. En educar está la partícula duc que debe ser algo así como gobernar -el "Duce" era Mussolini, pero no hay que ponerse así-. La educación, primero coercitiva, es necesaria: A un niño o a cualquiera que no sabe porque no tiene experiencia ni ha reflexionado ni estudiado, hay que obligarle, conducirle: para que aproveche la luz solar y no se quede en la cama, para que coma verduras y frutas y no dulces, para que se lave los dientes después de comer, para que se sienta adecuadamente y no tome malas posturas y para que aprenda a ahorrar y a abstenerse de los placeres inmediatos... No voy a seguir enumerando.

Las redes sociales (lo dice mucha gente y se está viendo) fomentan el populismo, la mala educación, la comodidad y la satisfacción inmediata de los placeres. La buena educación es algo a medio o a largo plazo, son ideas que hay que construir, que no se explican de un plumazo, pero en las redes sociales muchas veces un exabrupto rompedor vale más que un párrafo argumentado. (Obtiene más "megusta" por lo menos)

La vida es larga, la historia es larguísima y la evolución de la biología o de la geología es tan larga que no podemos imaginarla sin entrenamiento para ello. Sabemos de gentes que, desde que los griegos decidieron sacar a dios de las explicaciones de la realidad, llevan muchos años desentrañando los porqués, haciendo ciencia de base y aplicándola.Pero hoy por internet puede alguien con un exabrupto gracioso o machacón negar o afirmar un trabajo de siglos de experimentación, y como lo hace en estas redes donde la opinión de todos es igual, encontrará gente (siempre hay mucha gente pa tó)  que le siga, por comodidad, porque una solución fácil entra mejor, se entiende inmediatamente, especialmente por quien no ha sido entrenado para pensar y por tanto adolece de pereza mental.

Aunque lo ha pretendido, no es el hombre más rico del mundo Donald Trump, pero sí el que tiene el botón nuclear más grande. Creo que cualquier persona sensata y educada hoy día cuatro de enero de 2018, debe pensar que fue un error del populismo, que a alguien tan jactancioso e irreflexivo le hayan dado ese poder de destrucción universal.


La solución vendrá de escuchar a los que saben. Que el estado, un organismo responsable, colegiado, se encargue de enseñar, de introducir anticuerpos en el tejido social para que las gentes ya no solo aprendan sino que sepan detectar el fraude del populismo, para que se llegue por el pueblo más popular a la verdad, a valores sólidos, que los hay en la ciencia: no abusar de los antibióticos, no destruir países y regímenes sin transición, no tirar toallitas de plástico a los inodoros, respetar el descanso, la biodiversidad, ahorrar energía aunque podamos pagarla... tampoco voy a seguir enumerando.
El fomento de la fortaleza de una televisión pública que expanda el conocimiento responsable y enriquezca la sabiduría de los países. Edificar con cimientos ¿tiene algo que ver con conocimiento? Porque dejarse acariciar por mentiras convenientes siempre va a ser lo más cómodo.

Antes los medios de comunicación tenían un editor, alguien que debía responder de lo que dijera, ante los sabios, ante los jueces.
Hoy todo se ejecuta anónimamente, escondiendo la mano. Como los chistes, como los bulos, como la conspiranoia, o las medias verdades para captar inocentes. Y ahora se puede hacer en pocos segundos, basta con lanzarlo, lo más multiplicado que se pueda, que se puede. Antes era obligatorio reflexionar y pasar varios filtros responsables de una reflexión cualificada. Y mucho me temo que la mayoría de los lanzadores de ahora no son espontáneos. Pueden obedecer a intereses bien oscuros, porque son rentables, ya que la gente ineducada es más manipulable, la cizaña crece más fácilmente en sus campos, que en los de la gente educada los postulados contrastados de la ciencia (que por método dudan/escardan más)

¡Estamos buenos! si las nuevas generaciones se van a educar mayoritariamente con los teléfonos móviles conectados a internet. Solo un estado fuerte, muy fuerte, sabio y coherente, puede salvarnos de esta deriva.

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