miércoles, 27 de septiembre de 2017

MI DISCURSO DE MÉTODO NACIONAL


Mi primera nación es mi familia donde nací y continúo. Si me preguntan en Ávila de dónde soy, diré que de Cardeñosa. Si me preguntan en el resto de España diré que soy de Ávila o castellano. Y si me preguntan en el resto del mundo: soy español.
En este blog he demostrado que también quiero a los franceses, a los portugueses y a los italianos, pero me siento un poquito más hermanado, por supuesto con los españoles, pero también  con los países americanos que hablan español, porque ya lo dijo Unamuno “la sangre de mi espíritu es mi lengua”.
Mi nacionalismo es una querencia, la conciencia de haber compartido una historia, unas derrotas, unas canciones, unos programas de televisión...
Voy a lo concreto: mi postura sobre Cataluña.
Ya dije en mi artículo anterior que mi percepción subjetiva cuando estuve en esas tierras fue que estaba en España; pero hay muchos datos objetivos: las votaciones con garantías que se han celebrado hasta ahora demuestran que algo más de la mitad de los catalanes no votan a los partidos independentistas. Pero aunque fuera solo el 41% de los votantes los que quieren seguir siendo españoles yo les apoyo, porque tienen derecho a serlo. Yo defiendo sus derechos, porque un español tiene más derechos, más facilidades y mejores oportunidades de vivir que un catalán.
Sí, señor. Les habla un “españolista” que presume de que tenemos el mejor sistema de trasplantes de órganos del mundo. Es decir un español catalán que tenga un grave problema de corazón tiene seis veces más posibilidades de recibir un trasplante compatible entre cuarenta y cinco millones de posibles donantes que entre siete. Lo mismo le pasa si está en el extranjero, tiene muchas más posibilidades de recibir protección diplomática  de un país mediano pero conocido como España, que el de un minúsculo país como sería Cataluña. Por supuesto que también están los derechos de movilidad física que actualmente tienen y el derecho a vivir en cualquier parte de España.
Son legítimos esos derechos,¿merece la pena defendérselos a quienes se los quieren arrebatar? Mi respuesta es sí, son bastante importantes, yo sería partidario de defendérselos a cualquier persona, pero más tratándose de españoles, que quieren seguir compartiendo conmigo ese sentimiento de cariño.

Un referéndum como el que quieren hacer el próximo domingo es una chapuza sin garantías, eso está muy claro, y además, si consigue hacerse sacará  un resultado muy cercano al 100% que, obviamente, no representa a la población.
Pero tampoco soy partidario de un referéndum con garantías que quedara más o menos victoria por la mínima de cualquiera de los dos: sería un precio demasiado caro a pagar por todos los de allí, porque se multiplicarían los acosos, las frustraciones, la rabia, la sospecha de “pucherazo”: sería un enfrentamiento y está claro que en la calle los que más gritan, porque también son más jóvenes, son los independentistas. Así que vuelvo a defender a los "españoles", porque serían los que salieran peor parados. La duda, lo razonable para mí es no perder derechos, por lo tanto creo que ahora no debe hacerse esa capital pregunta, porque está muy claro que no está claro.
Pero no afirmo que nunca deba poder llegar a hacerse. Si se viera que en las elecciones democráticas normales, que son las generales, las autonómicas o las municipales,  (éstas no, las pasadas tampoco) la balanza se inclinaba claramente, y eso lo cifro en por lo menos un 60% de votos a las candidaturas independentistas,  sería el momento de consentir hacer un referéndum vinculante.

Por mi parte solo me quedaría resignarme a que perder los derechos que como español tengo en ese rincón y los “españoles” de allí, también a las ventajas que  que tenemos por ser esta nación.

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