domingo, 27 de agosto de 2017

J'aime la France (2)

Estoy abrumado por la cantidad de fotografías que hice. Cuando las veo, me sugieren tantas cosas -casi todas buenas- que pensé de Francia, que me  oprimen y apelotonan el necesario cauce de evacuación intelectual por  escritura y también por su correspondiente ilustración gráfica. Es lo que tiene escribir un blog, que uno va viviendo demasiadas cosas en función de lo que va a contar; como si llevara la reflexión en la misma funda que la cámara fotográfica, de manera que casi las mismas veces que decide usar la una, está dándole vueltas a qué comentario tiene.
Creo que lo que más me gusta de Francia es lo mucho que se quieren. No es negativo, sino todo lo contrario, el famoso chauvinismo; tan denostado tópico. Para mí la principal manifestación de lo que se quieren está en la política de incentivos fiscales a la familia, que a mi modo de ver ha triunfado desde hace tiempo pues hay mucha gente joven por la calle y además  desde jóvenes los franceses van teniendo tres y cuatro hijos. Se ven muchas embarazadas y eso, además de conservar la economía, el consumo, garantizar las pensiones..., hace que se edifique para que la cultura francesa sobreviva.




Me da envidia porque los hijos son un círculo virtuoso de alegría, de esperanza, de ilusión. Mi generación española no lo ha tenido fácil: el que haya pocos trabajos mete miedo de procrear, el que a la mujer se le pueda, por ejemplo, no renovar el contrato cuando empieza a ser madre o cuando continúa, introduce una rémora de pereza. Porque sí da pereza plantearse el criar un nuevo niño, todo al contrario de lo que sucede en Francia, donde el estado te ayuda con lo más importante: dinero. Y eso, tan sencillo, hace que también tenga que ser valorado por la sociedad. En España todo desanima y así de desanimados andamos.

 mucha gente joven  en esta Calle de Bourdeaux
establecimiento de Bourdeaux
Plaza de la bolsa de Burdeos. Yo soy el calvo con pantalones cortos de la izquierda de la foto.  Casi todas estas fotos de hoy  las ha hecho mi hija Natalia Mayo.
Al borde del río Garona en Toulouse. Jóvenes tocando y escuchando música. Para un español sorprende no ver la parafernalia del "botellón".


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