lunes, 29 de mayo de 2017

Antonio José, el "pupas".

Mejor empezar con un lamentable sarcasmo, que con un lamento puro y duro. Antonio José Martínez Palacios es un hombre sin buena suerte y ayer pude volverlo a ver.
Se celebraba un concierto monográfico en Ávila. Era a la una de la tarde y además costaba cinco euros entrar. Mal asunto, si el 50% de los aficionados a la música coral en Ávila  van a misa de doce, y el otro cincuenta, a misa de una. Además, por la tarde había otro espectáculo, este gratuito, en el mismo lugar. Estamos a final de mes y, vete tú a saber si también influyó.
Yo avisé a tres personas, dos de ellos miembros de un coro, para que no se lo perdieran, pero había comuniones;  también, he visto, una manifestación para protestar por los ciclistas atropellados -yo que sé-; el caso es que no vino ninguno. No quise llamar a más gente, por si iban por compromiso conmigo y no podía atenderlos a todos.
Volviendo a Antonio José el desafortunado, si lo teclean en Youtube ahora les saldrá un cantante de moda. Su peor fortuna es que le mataron por nada cuando tenía 33 años. En Burgos donde nació y donde le fusilaron, no había sucedido nada de "terror rojo". Él tampoco se había metido en nada más que en la música clásica y en el folclore. Su hermano era maestro y miembro de la federación de enseñanza de la UGT, esas dos circunstancias -juntas o separadas- ya son "algo" por lo que se mató a mucha gente en la zona nacional. Pero el pobre Antonio José no tenía nada más que el ser músico, y por eso no es reivindicado por nadie, salvo por los músicos. Ni por los gays, ni por los poetas, ni por los andaluces, (los castellanos somos de poco o nada reivindicar).
Muy buenos músicos le han estado reivindicando este año con un excelentísmo trabajo. El coro "Ars Nova" de Salamanca está compuesto por músicos profesionales con el empeño de aficionados, es decir que sacrifican parte de su vida en estudiar y ensayar exclusivamente porque tienen mucho amor al arte, pero todos son gente muy ocupada, con apretadas agendas musicales desde la más glamurosa, de un elegantísimo director de orquesta sinfónica, hasta docentes varios que ahora tienen sus exámenes finales, sus audiciones y también sus "bolos" (Supongo que, por la cita de ayer, alguno de ellos tuvo que rechazar algún suplemento alimenticio de los que se ganan en las primeras comuniones).
El  trabajo de temporada de estos treinta músicos se concretaba o culminaba en dos conciertos para dos ciudades, Ávila el domingo, donde había tanta gente arriba como abajo, y para eso, muchos eran amigos o familiares de los de arriba del escenario, y el día anterior, en Salamanca donde hay más gente, más cultura, pero costaba ocho euros (el sábado también estábamos a fin de mes) y competía con la final de la copa del rey de Fútbol. No quiero pensarlo, por si acaso.
Pero ¡Viva la música!  (que es la frase que atribuyen a Antonio José en los últimos segundos de su corta vida antes o después de estallar el más horrible ruido que se puede escuchar: disparos y lamentos de gente que se retuerce por efecto de los balazos). Viva la música, ese espíritu efímero de sonidos ordenados que nos hace vivir a todos los de arriba y a algunos de los de abajo. Yo gocé como siempre que me dan buen arte: más, porque lloré, no sé si solo por emoción musical o gravitaba demasiado la rabia porque nos mataran a ese artista, parte de cuyo repertorio ahora descubría gloriosamente en las voces de aquellos musicazos, creo que los treinta tocan el piano -aparte de otros instrumentos-, y además de eso tienen voces, (no solo saben cantar, que tienen voces) maravillosas.
Y la música de Antonio José se sostiene por sí misma, es de una extraordinaria calidad, elegancia, viveza, a veces dificultad, (virtuosismo coral diría yo), hondura... no necesita que uno vaya a escuchar un concierto como éste, por militancia contra el olvido de las víctimas de la guerra civil. Lo que allí sucedió fue solo música y arte admirable, de raíz popular, y además nuestra; salí más castellano de lo que entré, con legitimo orgullo.

Y vuelvo a los lamentos, que  la gente que pudo/quiso disfrutarla fue demasiado poca que el trabajo el arte y el entusiasmo  y que no hay más conciertos de esta maravilla que presencié -en principio-, porque el curso que viene este coro tomará otro proyecto artístico, y que, definitivamente, Antonio José, salvo su sonata de guitarra desde los años 80 ( ya está bien: 50 años después de su muerte) no tiene suerte de la buena.  De la mala el hombre y su obra tuvieron toda la posible en 1936.

Pobre Antonio José: nació en un país donde no se presta atención a los músicos, y fueron a fijarse en él.

http://guerracivilenlas5villasdeavila.blogspot.com.es/2012/02/memoria-historica-para-antonio-jose.html

PD.  Siguiendo con lo lamentable del asunto: estoy buscando por Youtube, y a nadie parece que se le ha ocurrido grabar nada de ninguno de los conciertos y soltarlo en la red, con la de tonterías que se cuelgan por segundo. ¡oh!

2 comentarios:

  1. No puedo decir más que gracias. Yo estaba cantando en ese concierto y siento lo mismo. Por cierto que en Salamanca pasó lo mismo. Pero los que estábamos en los dos conciertos, todos, vibramos con hermosas y grandes sensaciones. Todos quisiéramos hacerlas llegar más lejos, a más oídos, cerebros y corazones, pero así son las cosas en esta parte del orbe.

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  2. Gracias por el comentario, pero sobre todo, gracias por la música. Siempre hay quien gana con las desgracias ajenas, yo me siento un buitre; he mirado las estadísticas de este blog y hay 169 visitas vibrando aquí. Nada me haría más feliz esta mañana que pudiera prestaros retroactivamente esta gran audiencia para aplaudiros como merecéis.

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