lunes, 5 de diciembre de 2016

EL CONSUMISMO DE LA PROSTITUCIÓN

Yo, según iba creciendo, tenía un poco de miedo porque en mi pueblo era costumbre que, al entrar en quintas, los mozos se fueran de putas. Eso decían, tampoco estoy completamente seguro, hay algún mozo de quintas muy anteriores a la mía  a quien pusieron fama de maricón porque lo rechazó o incluso fue con los demás y no mojó.

Nunca me he sentido atraído por conseguir sexo de esa manera; ni siquiera por curiosear, me da mucho asco y un poco de miedo.
No hubo problema, las últimas quintas ya habían suprimido la gárrula costumbre. Cuando llegó a la mía creo que ni se planteó.
La prostitución quedó para mí como algo viejo, decrépito, decadente, para solterones rurales, o proletariado lumpen, pero desfasados. Algún amigo entró alguna vez para nutrirse literariamente del ambiente, no tanto como para acompañar a alguna a un "reservado", y me comentó:
-No te pierdes nada, es deprimente hasta la náusea. 
Me dijo que allí se escuchaban canciones de Julio Iglesias, que eran las que les gustaban a esas "chicas", que, además, eran bastante viejas.
Lo dicho: un ambiente estético (no solo ético) antípoda al mío.
Durante mi juventud, he podido constatar que las españolas de mi generación se fueron a la cama con los chicos de mi generación sin demasiados problemas. O sea, que no eran necesarias estas profesionales para cualquiera que tuviera un poco de atractivo personal.
Durante los años 80, 90, 2000, seguí pensando lo mismo. Pero, por mi trabajo en zonas rurales: Madrigal de las Altas Torres y Mombeltrán, puede darme cuenta de que "haberlas haylas", y se producen bastantes conflictos jurídicos a su alrededor, de los que pude conocer o me comentaron como aledaño de lo que era el conflicto que yo trataba en el juzgado.

Gente más joven que yo, y mi generación, que tampoco lo había dejado tanto,  reanudó esta fea e inmoral costumbre. Con la bonanza económica llegaron mujeres exóticas y jóvenes que abrieron el mercado.

No es que las españolas se hayan vuelto estrechas: es que, en general, necesitan un poco de cariño, conversación y tiempo para llegar a  meterse en la cama, con o sin compromiso.

Y aquí llega el consumismo: lo quiero ya, y sin tener que aguantar nada, sin invertir tiempo, ni dinero, con los colegas -así todos mojamos-; pagamos y es sexo seguro. Pueden ser groseros, torpes o desconsiderados, que ellas tendrán que callarse "como putas".

Algo muy importante ha fallado en la educación. Esto el poder del dinero sin escrúpulos que permite humillar, disponer, comprar, pagar una sensación de usar y tirar, el sino de estos tiempos; en los míos creí  que se tenía una ética y una estética de izquierdas, en el sentido de liberadora. Ahora vale todo, quizá a nosotros también nos sujetaba la rémora de la religión.

No tengo ningún problema con que exista la prostitución si se desenvuelve discretamente. Me resulta repelente verla desplegarse a mi alrededor; todas las prostitutas a cuyo lado he pasado lo habrán notado, nunca ninguna me llegó a ofrecer sus servicios. Recuerdo que una vez sí, anocheciendo por la Gran Vía de Madrid; unos hombres se acercaron a un amigo y a mí para ofrecernos, mediante una tarjeta, prostitución.

Lo que es intolerable es la esclavitud. En los prostíbulos suele haber rejas en las ventanas y no es porque sea costumbre de los ladrones entrar a robar allí. Ayer hubo graves inundaciones en Málaga y una mujer rumana que estaba en un local de alterne que se inundó resultó muerta. Había rejas. No me cuesta imaginar la historia, espero que en la continuación también  haya rejas para los responsables.

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