viernes, 25 de noviembre de 2016

Marcos Ana

Hoy ha muerto esta persona que, nacido con el nombre de Fernando Macarro, se convirtió en el símbolo de las cárceles franquistas al entrar con en 1939 y no salir hasta 1962. Como empezó a ser poeta en la cárcel tomó los nombres de su padre y de su madre, (Marcos y Ana) como seudónimo, así no sería tan fácilmente identificado por los franquistas y así ha pasado a la historia.
Hoy he leído su óbito en El País y los inevitables comentarios, como siempre apasionados, de los dos bandos. Después he buscado en internet la causa por la que tuvo dos condenas de muerte y es que le imputaron tres asesinatos en Alcalá de Henares: un cura, un camarero y un labrador. El cura Marcial Plaza Delgado es sobre el que más se sabe y se ha comentado, porque el clero español siempre se ocupó y se ocupa de recopilar y ornamentar la memoria histórica de sus víctimas. Según he podido leer fue supuestamente matado por Fernando Macarro a la puerta de la casa y ante la vista de su madre, que así lo habría declarado contra él en el juicio.

Esto no es costumbre, no es operativo; y yo, en principio, no me lo creo. Si  sacan al sacerdote de su casa, es para no matarle en presencia de su madre, (que  si no se lo quitan de los brazos seguramente se interpondría y se llevaría un tiro). Ya que le sacan de su casa, yo creo que  no le matan a tres metros, ni a veinte metros, ni siquiera dentro del campo visual de la madre. Lo normal, en la guerra, y en cualquier otro momento en que se haya matado a alguien que se ha capturado, es hacer esto en un rincón oscuro, en un descampado, etc. En todos los muertos que yo he podido estudiar, salvo en uno que se resiste con su escopeta de caza, se sigue ese procedimiento, incluso lo más corriente es irse a otro pueblo. Ese exhibicionismo que vemos cuando le ponen la pistola en la nuca a un vietnamita y le disparan, es excepción (precisamente por eso las imágenes son tan famosas, porque son casi únicas) porque la regla es asesinar de la manera más oculta.
Parece que el detalle conmovedor que se maneja en este caso es que la madre sale de su casa con una almohada, que coloca bajo la cabeza de su hijo muerto.

Yo no lo puedo saber, no estuve allí y no es imposible, pero mi experiencia va contra las fantasías. Hay otro detalle que me hace dudar de la versión: es que Fernando Macarro/Marcos Ana tenía en aquel momento 16 años y seis meses; porque sí doy por ciertas las fechas de nacimiento: enero de 1920 y del asesinato de Marcial Plaza, que  se produce el 23 de julio de 1936.
Los fusiles de Cuartel de la Montaña se han repartido el 21 en Madrid, pero nunca hay armas de sobra, ¿quién le va a dar a un muchacho de 16 años una pistola, que, además, tiene que aprender a manejar, para que sea el encargado de ir a matar a un cura a primera hora? Recordemos que el Alzamiento se ha producido el 18 de julio, cinco días antes.
¿Por qué si no cuando Fernando Macarro quiere alistarse como soldado republicano no se lo permiten por su corta edad?
No quiero ni tengo por qué salvar a este hombre porque acaba de morir, ni porque tenga cara de bueno, ni porque sea poeta y salmantino.
Además alguien asesinó a ese cura, a ese camarero y a ese labrador, y, desde luego, no es menor el asesinato porque lo cometiera otro u otros -que fueron fusilados por ello- u otros que murieron o huyeron al exilio.
Yo creo que este muchacho, Fernando Macarro, (que tiene 19 años, todavía no es mayor de edad por entonces, pues la mayoría de edad es a los 21 o 23 años), ha sido detenido en 1939, y no puede irse "de rositas", máxime habiendo sido secretario de las Juventudes Socialistas Unificadas en Alcalá de Henares.
Como otros que yo conozco se le imputan muertes -no podían imputarle el delito de rebelión militar por no haber sido soldado- con el fin de represaliarlos. Aunque yo no sé nada; como en el caso del "cura de Siétamo", que resultó ser un miliciano, me limito a aplicar la lógica y mi experiencia para opinar que Marcos Ana no mató a esa pobre gente.

3 comentarios:

  1. Lo conocí en un homenaje que se le hizo en Ávila en 2012 y desde luego su discurso de reconciliación no casa con esa violencia juvenil. He leído también a un historiador que ha investigado esos asesinatos y demuestra que no los realizó Marcos Ana, pero no recuerdo la fuente, lo siento. Esto es lo que dice el poeta sobre el caso en sus memorias: “En mi caso personal quedé impresionado y perplejo por las acusaciones del fiscal. Me hacían responsable de hechos sucedidos en Alcalá de Henares por los que ya habían sido juzgados muchos compañeros y algunos de ellos fusilados. Era la práctica habitual en aquella época confusa, especialmente en los pueblos: imputar a los dirigentes más conocidos la responsabilidad de todo lo ocurrido en el lugar”.

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  2. Localicé el artículo, es la despedida de Julián Vadillo Muñoz, Doctor en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, en el que se despide de Marcos Ana y hace referencia a su inocencia. Este es el enlace: http://www.ecorepublicano.es/2016/11/gracias-marcos-ana.html

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    1. Lo leeré en cuanto pueda, la lástima es que en las primeras segundas y terceras entradas que uno busca por internet, no se encuentra/ yo no fui capaz de encontrar, más que la "información" de fuentes tan ecuánimes como "intereconomía" "libertad digital" y blogs de la gallina negra que deben ser muy consultados porque copan las primeras entradas del google

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