viernes, 4 de noviembre de 2016

Días de otoño.

Hoy ofrecí dinero por un inmueble que quería. Lo hice con tanto miedo que me rechazaron. Claro que pujaba muy  a la baja, para que me saliera francamente barato. También creo que me da vértigo comprar algo que quizá no necesito, con nuevas responsabilidades fiscales y gastos para siempre.Puede ser que sea esta la causa de mi "baja temeraria". Luego está el no despreciable detalle de los papeleos, la forma de pago; todo eso da pereza.
Pereza.Tendría que ir al dentista a continuar con los implantes o, al menos, a sus periódicas revisiones: una mayor y más justificada pereza, y el miedo a que salga mal esta vez, me atenaza.

Me estoy volviendo conservador, prejubilado, timorato, torpón.. y descuidado, hoy el rozamiento del velcro de un chubasquero me estropeó una prenda nueva y me digo:
-no aprendes Juanito.
Ayer me di otra lección cometiendo la estupidez de afeitarme la barba con el cortapatillas de la máquina de afeitar. Una parte de los pelos de cincuenta milímetros cayeron en el cuello y el pecho de chándal y se clavaron/enerdaron en él por no sé cuánto tiempo, pero me harté de bobo toda la tarde cada vez que intentaba extraerlos o cada vez que me rozaban la piel. Con lo fácil que hubiera sido hacerlo a pecho descubierto y ducharme luego, o con otra prenda menos acogedora para las barbas.

Pero lo que más me escuece es que hoy la codicia y el cálculo me han frustrado una pequeña ilusión amasada durante años. He sido tan torpe ofreciendo tan poco dinero que me lo han rechazado tajantemente, afirmando una dignidad que mi pequeña oferta parecía poner en duda.
Yo hubiera hecho lo mismo: "sí, vendo; pero no te aproveches de mí. Eso es aprovecharse, no te das cuenta que no estoy tan necesitada como para hacer tan mal negocio".

Hay semanas en las que uno entra en rachas de plomo . Llevo toda la tarde sin leer, solo he tocado unos minutos la guitarra y, aunque me he gustado, el resto del tiempo lo he pasado mirando cosas en el ordenador, curioseando. Nada más, dando vueltas al facebook y a por qué no fui un poco más generoso. Hoy se me presentaba la ocasión de comprar algo que quería y la cicatería de querer aprovecharme más de la cuenta, lo ha chafado todo.

Hace muchos minutos que que ha anochecido, la puesta de sol tampoco valió la pena. La esperanza de un nuevo día en el que estrene nuevas ilusiones es un estímulo para no venirse abajo. Está muy bien que exista la noche divisoria. Bueno... si se duerme bien: a ver si me olvido de este fracaso y puedo hacerlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario