martes, 11 de octubre de 2016

ESTÉTICA, ÉTICA Y SUSTANTIVOS

Estoy contra el maltrato animal. Es una expresión que podemos decir todos, aunque propiamente solo podrían afirmarla con coherencia personas que no tengan animales encerrados en casa y que se alimenten como veganos -es indudable maltrato robar a las gallinas sus huevos para comérnoslos-. No digamos comer carne que incita la cría de animales para que los maten y destacen para nosotros. La pesca es otro grandísimo maltrato: por lo que se vé debe ser terrible morir de asfixia.

Hasta es un maltrato animal la pesca "sin muerte". Esto es, para los que no lo sepáis, pescar con caña por deporte, por el gusto de vencer con paciencia al animal y sacarlo del agua, aunque se haga  con un anzuelo especial para poder devolver sin graves lesiones el pez al río.

Yo soy carnívoro y también me gusta comer pescado. Aunque creo que todavía puedo afirmar que estoy contra el maltrato animal.

Vamos un poco más lejos.¿No es maltrato animal montar a caballo? Los partidarios de la equitación me dirán, como dicen los toristas, que está en su naturaleza, que es un animal noble. "Noble bruto" lo han llamado muchos poetas. Pero un caballo que se deja montar es un esclavo, tiene que pasar por el trámite forzoso de "la doma".
¿Es estética una estatua ecuestre pienso en la de Miguel Ángel Buonarroti del Campidoglio. Representa la esclavitud animal.

Hay muchas personas que tienen perros en casa. Yo creo que es un maltrato: la prueba es lo felices que se ponen cuando les sacan de su cárcel a pasear o a defecar, aunque los saquen con un collar.  El perro, representante de la obediencia, de la fidelidad, -así figuran al pie del muchos monumentos funerarios-, es el esclavo por antonomasia.

Voy a definirme: estoy en contra de las latas en el rabo de los perros, de las peleas incitadas -de las naturales no, que siempre han servido para hacer la selección natural del más fuerte-. Me parecen fatal los ahorcamientos de galgos porque quienes lo vieron en directo me han contado que es horrible la agonía.

Si hay que matar a un animal porque no sirva o no se quiera  o pueda mantener, hay que hacerlo de la manera más sencilla y rápida, que necesariamente no ha de ser pagando una inyección letal. Creo que es justo hacerse uno mismo cargo de la ejecución de la muerte del animal que nos estorba, me parece más moral que pagar un sicario, que es como actúan los veterinarios. Pero tienen mi peor opinión los que no se hacen cargo de la muerte y los abandonan al lado de una carretera para que otros los atropellemos o mueran de hambre.

Estamos llegando al punto crucial así que voy a precisar: afirmo que también estoy contra el maltrato animal porque condeno, de lejos, no lo he visto nunca, solo me lo imagino: el Toro de la Vega,  y otras decenas de toros embolados que ha habido o hay , en Coria, en Medinaceli... Y las vaquillas populares. Un maltrato tumultuoso es (para mí) antiestético. Vamos, que no tiene un pase.  Si me consultan votaría que se prohibieran todos estos festejos.

España, Francia y un grupo de países de Hispanoamérica conservan, además de el gusto casi universal por esclavizar perros y caballos, el de criar unos animales para un espectáculo relacionado con la muerte. Portugal también, aunque no los mata con una espada. Me parece una fiesta que, dentro y fuera, siempre se ha sentido identitaria: recordemos el Guernica.

Creo que hay un grupo de personas que se sienten españoles, y que quieren luchar contra el atraso cañí, contra la idea de España este país sureño que les avergüenza por este espectáculo y que querrían mejorar, pero lo focalizan en la fiesta de los toros. Hay luchadores en nuestro país que quieren tener pasaporte propio, que lo hacen por puro antiespañolismo pretendiendo extirpar las manifestaciones comunes, para significarlo dentro y fuera. Aunque también hay sinceros contrarios al maltrato animal aunque no abominen de la carne ni el pescado, ni las estatuas ecuestres, ni los perros antidroga.
Los respeto a todos.
Pero no a los que engañan.
Una corrida de toros es la matanza estética de un toro, pero no es una tortura. Muchos detractores quieren ensuciarlo aplicando esa palabra. Yo entiendo por tortura es sujetar a una persona o un animal e infligirle dolor para destruirle, humillarle, desactivarle, desahogarse o gozar viéndole sufrir, sin darle la menor oportunidad de respuesta, porque está sujeto. También -y sobre todo- se tortura para que el torturado revele secretos que no quiere decir.

Para algunas personas esta ceremonia es un arte: sería el arte de dominar el miedo y jugarse la vida o la salud hábilmente. Lo hacen escaladores y gentes que andan por la cuerda floja. Para unos es un arte y para otros no. En los toros, el broche final, la culminación de la faena artística llega cuando el torero mata de frente al toro con una espada, pero vale la pena recordar que siempre lo hace buscando que muera lo más rápidamente posible. Un torturador buscaría que muriera lo más lento posible.

Como las procesiones de Semana Santa, en las que tampoco participo, me gustaría que quienes mantienen estas tradiciones pudieran seguir haciéndolo. Hay una parte española dentro de mí que siempre va a rebelarse contra los ataques (especialmente si lo atacan por ser español).

2 comentarios:

  1. Miedo también cuando los festejos con animales se defienden por nacionalismo españolista. Últimamente proliferan banderas españolas en capeas y persecuciones de toros. Mal enfoque popular si se asocia un país complejo, variopinto... con una manifestación parcial y discutible del mismo. Un país con demasiadas guerras de símbolos, donde la justicia investiga la legalidad de banderas independentistas en el fútbol, y esos equipos de autonomías con independentistas son recibidos en el estadio, por algunas peñas, esgrimiéndoles la bandera española como una especie de arma purificadora. Bienaventurados los animales; aunque expertos en símbolos que interesan a su vida y reproducción, parecen ajenos a las guerras psicológicas de banderas, y lo mismo les da el color del emblema de nuestras ganaderías.

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    1. me has sugerido sobre la extraña honorabilidad de un rectángulo de tela de colores. No es natural, en la naturaleza no hay rectángulos (Gaudi decía que no había líneas rectas), sí hay pentágonos en las celdas de las abejas o círculos, en los troncos de los árboles. Hacer que una parte importante de la vida sean los colores que hay en un rectángulo de tela, es una ficciones peligrosas y su sublimación es siempre bélica: se me vienen a la mente el estético izado del mástil de una bandera norteamericana y la colocación de la bandera rusa en un edificio de Berlín

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