domingo, 15 de mayo de 2016

No es tanto lo que se pierde... si se aprende.

Esta frase siempre estaba en boca de uno de los sabios de mi pueblo y mi padre suele repetirla.
 
 
La catástrofe del cementerio de neumáticos de Seseña nos tiene que enseñar la lección. Felices, despreocupados, cambiamos las ruedas de nuestros automóviles sin mucho dolor porque compramos su reciclaje, pagamos una "ecotasa" que nos cobran aparte y "alguien" se hace cargo del cadáver sin daño para el medio ambiente. Por eso es "eco" ¿No?
Pero no es así. Simplemente se compró un latifundio y allí se depositaban nuestras ruedas. El latifundio se llenó y han ardido para hacer sitio. Lo que siempre ha sucedido: lluvia ácida, contaminación del cielo y de las aguas. Eso que se hacía de vez en cuando en todos los vertederos antiguos donde iban sin ecotasa los neumáticos. Ahora ha sido todo concentrado en unos días sobre una zona concreta.
Es la irresponsabilidad del empresario que se quedó con el negocio. Quizá. Le meteremos en la cárcel. Le confiscaremos todos sus bienes, (que no haya puesto a buen recaudo en un paraíso fiscal).
Pero una nueva empresa recomprará el latifundio negro y volverá a acumular neumáticos allí, hasta el próximo incendio.

Hay varias centrales nucleares en Chernóbil que siguieron funcionando para abastecer de electricidad a Ucrania. Suponemos que algo se aprendería de aquella catástrofe y que no volverá a suceder (o queremos suponerlo)
Ya que el sitio está estropeado, para qué vamos a estropear otro. Nadie consentiría ahora que le pusieran un macrocementerio de neumáticos cerca.
No hay mayor ciego que el que no quiere ver. Lo más sencillo es buscar una cabeza de turco, pero ahí no está el problema.


Mientras nosotros, los consumidores, sigamos produciendo un residuo tan indestructible, o no lo reutilicemos o reciclemos, dará igual el dinero que paguemos por no verlo, estaremos creando una balsa que estallará como Chernóbil o arderá como este muladar de neumáticos. Es una agresión más de nuestro aplazado suicidio, como el efecto invernadero, o la contaminación de los mares.
 
Mi madre siempre dice "no escupas para arriba".
La basura siempre vuelve.

Quizá en otros países se haga mejor. Quizá se cobre más de ecotasa o, simplemente, se obligue a reciclar de verdad. Antes se reciclaban las ruedas en suelas para calzado rústico. Mi abuelo llevaba abarcas (albarcas de decía en mi pueblo) un calzado sin tacón, (no sé si muy adecuado para la espalda) cuya suela era un trozo de neumático. Eso ahora no serviría. Dicen que con ese caucho, triturado y tratado, se hace el suelo para que los niños se lastimen menos al caer de los columpios de los parques. Pero sabemos que no se hacen o renuevan parques más que los años preelectorales, y estamos en el año postelectoral, quedan dos años para el preelectoral y no sé si las arcas municipales, tan endeudadas, estarán para hacer mucho gasto en este campo. En cualquier caso, lo de los parques estoy seguro de que no sirve para tragarse ni un 1% de la producción de neumáticos usados.
Otra solución está en reciclarlos en asfalto para carreteras. Dicen que no da muy buen resultado, pero todo es mejorable. Un gran problema es que en España ya no hay dinero para hacer carreteras, ni siquiera para reasfaltarlas. Este ha sido casi el único ahorro de los cuatro años de Rajoy: no hacer carreteras y no mantenerlas (por cierto, cuanto peores y más estropeadas están las carreteras, más estropean los neumáticos y más pronto hay que cambiarlos y llevar su cadáver a Seseña).

La única solución sensata es la reutilización. Una rueda es un elemento muy duradero, del que desgastamos por el rodaje un cuatro o cinco por ciento. Habría que "recauchutarlo" como se hacía antes y se hace todavía, por los "cutres y ahorradores". Aunque dejemos de comprar esas ruedas nuevas tan baratas que se hacen ahora en China y sitios así.
Los recauchutados no son tan seguros como algo nuevo..., pues hay que estudiar, mejorar, invertir en la tecnología del recauchutado. Es la verdadera solución al problema. Aunque nos cobren una ecotasa del 100% pero que, de verdad, se haga algo que salve a la naturaleza de nuestro capricho o necesidad de viajar tanto.
 
Pero el humo se disipará y las enfermedades silenciosas que, en la naturaleza o en las personas, se produzcan a consecuencia de esta catástrofe, no serán noticia para nosotros que estamos perdiendo todo porque no aprendemos.

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