miércoles, 3 de febrero de 2016

La ciénaga

El que dos de los más grandes magnates (los más conocidos: Bill Gates y Marck Zukerberg) de la nueva economía hayan proclamado su intención de donar el 99% de su fortuna para obras benéficas quizá no sea indicio de generosidad, sino de su mala conciencia. Son asquerosamente ricos (en mi opinión) sin merecerlo.
Y no creo que ignoren que el viento que ellos gobiernan ha dejado a mucha gente en las cunetas.

En este siglo hemos visto quebrar miles de negocios tradicionales, y vidas,  incinerados pavorosamente por la aceleración de los cambios que produce la Internet.

Hace un año fotografié un buzón, creo que es el último que quedaba en Béjar y, no estoy seguro, pero me parece que ya no está. Solo servía como soporte de grafiteros.  Hace tiempo en España había el triple de carteros, y periódicamente salían oposiciones para cubrir las plazas de los que se jubilaban; esto se acabó.

En este siglo yo tenía una cámara réflex y gastaba carretes de 36 fotos que me entregaban revelados a los 2 días con sus copias en miles de tiendas de fotografía que han desaparecido en España. Ahora alguna gente va a pasar las copias "a papel" al centro comercial. Y puede que algunos lo hagan en un recóndito y centralizado lugar a través de la red.
Todas las máquinas de revelado quizá ya converjan en un monopolio.

Hay gente tan egoísta e insolidaria con su entorno que se compra calzoncillos chinos por internet. Después de la industria, el comercio local languidece y las imprentas que les hacían publicidad, y las radios a quienes patrocinaban, hasta los mendigos que pedían a su puerta... Los que cobraban rentas por los locales comerciales ya no pueden vivir ni bien ni mal de ello. Mucha oferta y pocos demandantes de obsoletos lugares tradicionales para vender. Lo vi hasta en París, que es el centro de Europa, pero seguro que la ciénaga se ha tragado para siempre más de la mitad de establecimientos comerciales que había en España. Ahora son trasteros. Daos una vuelta por vuestra ciudad.
Muchos comercios eran sueños de ilusos, pero también habían negocios con solera de años, atendidos por profesionales veteranos. Adáptese en medio año o desaparezca, porque los gastos sin contrapartida de ingresos, se lo comerán. El darwinismo dio muchos siglos para que algunos peces criaran patas y pulmones.

 Pero ahora no. Ayer supe que está desapareciendo la "plataforma" Twenti, una empresa de mucho futuro que compró Telefónica por una millonada hace pocos años. Hace menos de 10,  un grupo musical me dijo que les buscara en Myspace, y yo todavía no sabía lo que era eso tan nuevo, pero ahora es como una pintura rupestre. Es esto justo ¿qué hicieron mal estos emprendedores?
La ciénaga se lo traga todo. Yo no conozco bien las leyes de la ciénaga.
Lo del teletrabajo resultó ser una excusa para desvincular al obrero intelectual de sus derechos laborales: después de hacerlos precarios, los hicieron -o los harán- trabajar en negro, antes de desaparecer.


Hasta la banca, los banqueros, seguro que hay menos de la mitad de gente que hace 10 años.

¿Dónde están todas esas personas? ¿De qué viven actualmente? ¿Viven?

En este siglo XXI no veo a mi alrededor más que trabajos engullidos por una ciénaga, y esta masa pegajosa e incolora tampoco deja que nada navegue airosamente sobre ella.
Hace poco escribí sobre la idea de que el 90% mercado se reduce a las 20 primeras entradas de Google. Lo demás está al margen. Y es que vamos a un nuevo centralismo.

Estados Unidos, a pesar de hundirse estrepitosamente la General Motors y  la  icónica Kodak, volvió a triunfar, ahí están esas grandes empresas inmateriales que controlan todo porque voluntariamente hemos asumido su comodidad y hemos aceptado el modelo insolidario, monopolístico, inhumano, que proponen.

No todo es malo en esta ciénaga. Lo reconozco -y me aprovecho de ello-: hay cosas muy buenas, pero en conjunto todo va a peor. Hay demasiados cadáveres en las cunetas.

2 comentarios:

  1. Amigo Juan.
    El otro día mientras esperaba para desayunar en Cracker and Barrel un restaurante americano de estilo campesino que se especializa en desayunos, me deleitaba mirando la enorme colección de implementos de trabajo antiguos que cuelgan del techo en una tienda que es parte del restaurante y por la que tienes que pasar para entrar y salir del comedor. Me preguntaba, ¿Qué colgarán del techo en un establecimiento similar en el futuro. Quizás, IPhones, IPads ¿? Entiendo perfectamente lo que aquí expones, pero creo que todo lo mencionado es parte del desarrollo de la humanidad. Recuerdo los cuentos de mi padre cuando en la década del 40 compró su primer tractor. Desplazó a muchos que realizaban las labores agrícolas con bueyes (tracción animal) Creo que lo que Bill Gates y Steve Jobs le han aportado a la humanidad es una verdadera revolución y un beneficio enorme, una insignificante prueba de ello es esta comunicación entre nosotros. Que se hayan hecho multimillonarios… Al que Dios se lo dio… Te dejo con una observación que de alguna forma respalda tu artículo: el mayor vendedor al por menor y la mayor empresa de transporte a nivel mundial no son propietarios de una tienda ni de un auto respectivamente. Amazon Y Uber. Yo, espantado de todo, crio vacas.

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  2. Sí, yo también, y lo sabes antes de que lo hiciera, me compré un huerto, para resistir cualquier eventualidad económica. A mi alrededor no veo más que crisis. Siempre la ha habido, pero ahora todo es tan vertiginoso que muy poca gente puede adaptarse y directamente se convierten en excluidos. Sé que conoces el textil: la invasión irresistible de productos asiáticos ha tardado tiempo, (décadas) y alguna gente ha podido adaptarse y resistir. No sé por cuánto tiempo, pero aún quedan fábricas en Béjar donde vivo.
    Pero ahora en el siglo XXI la economía nace, mata y muere a velocidad de vértigo. Creo que a mucha gente no le da tiempo a vivir a ninguna sombra, ocupándose de los otros problemas de la vida. Algún poder estatal o supraestatal debería intervenir, amortiguar, para dar seguridad a la gente corriente que se ha venido ganando la vida con su trabajo. No tengo solución, porque creo que no la hay fácil de encontrar.

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