jueves, 26 de febrero de 2015

Y PARÍ (postparto)

http://www.salamanca24horas.com/cultura/juan-de-la-cruz-mayo-descubre-la-desconocida-guerra-civil-de-las-cinco-villas-de-avila

A mi madre, que se pasó toda la conferencia rezando por mí.

Y PARÍ  (postparto)
Delante de la palabra “posparto” suele escribirse la expresión “depresión”. 
Creo que no la tengo. Tampoco euforia. De esto no estoy tan seguro. Vosotros juzgaréis.
Como cabía esperar en mí, perdí los papeles; el tiempo se me escurrió y cuando quise darme cuenta -me quedaba un tercio (largo) de la conferencia- todos mis allegados, y los organizadores, que ya tenían confianza conmigo por haber estado presentes en mis nerviosos preparativos, estaban haciendo señas con los dedos índice y corazón estirados: No era el símbolo estático de la victoria de Churchill, sino una representación digital animada (quizá haya soñado yo con tijeras esta noche) y empezaba a azararme viendo como cortaban el aire con aquellos dos dedos, mientras parecían estar vocalizando constantemente las palabras CORTA,  C  O  R  T  A,     C      O     R     T     A..... Por un momento, también me pareció que todo el público  miraba a su muñeca.
Entonces yo maté el toro, -que tenía muchos pases todavía- a espadazos, dando lo que más odio, unas cifras a modo de resumen, mientras buscaba como colocar los para mí imprescindibles efectos conclusivos, finales.

Estoy vacío, como  si hubiera  gestado en mi vientre un niño de aire.
(Me cuesta mucho trabajo escribir este artículo porque estoy constantemente pensando en lo que voy a decir en mi próxima conferencia, que orientaré de una manera completamente diferente a la que di ayer). (Y saldrá completamente distinta)

Pero ya soy libre, porque puedo leer y escribir lo que quiera sin temor a robarme el tiempo para la gran ocasión.
Ya pasó.
Ya no tengo que dar vueltas al qué, y al cómo. Ni que tener miedo a los vacíos, o a los laberintos.

Pero a  cada salto de párrafo me asalta un episodio de los que conté, o de los que involuntariamente omití, y que tan mal he dormido. Aunque anoche hice lo imposible por distraerme antes para olvidar y sumirme en un necesarísimo sueño reparador que pusiera la sutura  sobre las heridas abiertas. Sé que no están cerradas y no quiero tocármelas, la experiencia me dice que tienen que tener una costrita frágil. Ya empieza a darme ese dulce picor. No debo rascarme, se van a abrir.

Ahora sé que a mi lado había gente que hizo profesionalmente su trabajo, como conserjes, periodistas y fotógrafos. Mientras, yo lo hacía, aficionadamente.

Recuerdo que no me llevé tan mal con el micrófono (hubiera querido traérmelo a casa), ni tampoco me faltó la voz (habría podido prescindir de él).

Siento que todavía le debo a los viejos –muertos- del Barranco una satisfacción. No conté lo que me contaron. Me hice un lío. Sigo en deuda.  También con todos los espectadores que ayer perdí para siempre.

Esta mañana me he sentado tres veces, y no he conseguido cagar.

Ahora lo que más deseo es dar la conferencia (que ya me han propuesto) en Ávila, para resarcirme. Ojalá fuera esta tarde.

2 comentarios:

  1. Cuando uno da lo que tiene, no debe sentirse mal. Estoy seguro de que el público sacó mejor sensación que tú, ya que la responsabilidad pesa mucho y la perfección es solo para Dios, y quién sabe si Éste existe. Avisa con tiempo de la conferencia en Ávila, no quisiera perdérmela.

    ResponderEliminar