lunes, 13 de octubre de 2014

No hay quien lo arregle, vamos de culo, cuesta abajo y sin frenos.

Tenemos como mundo, como  humanidad, una obsolescencia autoprogramada. Un suicidio no doloso, pero sí culposo. Veréis: Es la historia de mi lavadora.
Tiene 8 años de uso y hace uno o dos, la goma que rodea la boca y que sella el cierre, se empezó a rajar. Pensé en comprar un repuesto que costaba unos sesenta euros, pero la lavadora seguía funcionando. Alguna vez hemos tenido problemas de atascos, solucionados en el filtro, o soplando la goma de evacuación.
Pero ahora saltan los plomos, (el automático de la luz) y hay que sacar la ropa húmeda y, con paciencia un vaso y una fregona, todo el agua. Ya ha sucedido varias veces y la paciencia se agota.
Vamos a comprar otra.
No cometeré el error de llamar a un técnico que, sólo por venir y diagnosticar, me cobrará 90 euros, aunque el diagnóstico sea, como le ha pasado varias veces a mi madre -de ella aprendí esta lección económica-, que lo mejor es comprar una nueva, que cuesta poco más que el arreglo. Así que me ahorro los 90 euros del diagnóstico profesional, y hay que dar por bueno que una lavadora de 300 euros dure ocho años. Ahora además son más baratas, se pueden comprar de marca desconocida por menos de 200 y de marca conocida por 220. Así tendremos una nueva, y con garantía del fabricante.
Es la solución mas inteligente en lo económico-cortoplacista. No importa de dónde venga la lavadora ni que el transportista tenga que subirla los 80 escalones que hay hasta mi cuarto piso sin ascensor y bajarse la vieja para llevarla a una chatarrería. Al final recuperaremos en casa la tranquilidad y funcionalidad y me habré ahorrado el dinero de intentar arreglarla, que de eso se trata, caiga quien caiga.
Quizá sólo sea que por la goma se cuela agua que cortocircuita la maquinaria eléctrica, quizá debiera comprar el repuesto e intentar cambiarlo yo, pelear, quizá conseguirlo, para no estar seguro de conseguirlo perder una hora, mancharme las manos y fracasar.. sólo por luchar por el planeta.
Porque al planeta, a mi salud, a la de mi única descendiente, le hiere que una furgoneta venga desde un almacén hasta mi casa y consuma gasoil y aceite, y desgaste de neumáticos. Y que esta lavadora que puede que tenga todas las piezas motor, tambor, chapa, contrapesos de cemento, placas electrónicas... en buen estado para durar otros cinco u ocho años, se vaya todo quizá a ser reciclado parcialmente y, mientras tanto, otra fábrica funda chapas, bastidores, piezas de motor, tambor, todo lo  pinte, suelde, haga cemento para contrapesos, con más emisiones a nuestro castigado cielo y me traiga el nuevo resultado en un cartón atado con flejes de plástico y con piezas de blanco propileno para salvarla de algunos golpes.
Todo para tirarlo, otro pedazo de planeta más a la basura de futuro que estamos contribuyendo.

2 comentarios:

  1. En Francia están estudiando penalizar la obsolescencia programada, a ver si aprendemos. Porque ahora cualquier pieza industrial está calculada sistemáticamente para un tiempo determinado. El problema de los repuestos está directamente relacionado con esto; o son carísimos o no encuentras la pieza: hay que volver a comprar el aparato.

    ResponderEliminar
  2. Juan, una foto, que te envió vía correo electrónico te demostrará que ese percance es un problema mundial. La lavadora nuestra solo duro cuatro años

    ResponderEliminar