martes, 30 de septiembre de 2014

Llegué al club de los cincuenta

...Y una mano trae la cuenta,
 llama la atención la suma, 
desde hoy hasta mi cuna...                                       (Silvio Rodríguez)

Ya  tengo medio siglo y, aunque siento el peso de las disfunciones  en la salud, aún no he obtenido el aplomo de la experiencia, la seguridad y el método, que deberían aportar 50 años.
Quiero proclamar, como escritorzuelo, que leer buena literatura y con frecuencia es necesario para alimentarse de palabras bien usadas, para recrear, hallando en el propio interior, los descubrimientos, trucos y gracias, que han creado los artistas. Y me acuso de que, por tener un huerto, cultivar mi comida, gestionar mis excedentes, construir yo mismo una pared, estoy en déficit severo de lectura y se nota; yo lo noto mucho. Hace un par de días leí un cuento de Ignacio Aldecoa llamado “La despedida” que es muy bueno, pero mi falta de hábito seguro que ha originado que me pareciera sublime (no hay bien que por mal no venga).

Un puñado de consejos:
Cuando la memoria empieza a fallar, no hay que pegarse cabezazos contra los muros de los olvidos; es mejor usar la inteligencia y las mañas digitales del “homo habilis”: es decir, apuntar las cosas.
No hay que cortarse nunca las uñas de los pies con los dedos de la mano, y menos, hacerlo a oscuras.
Hay que recoger las cosas por si llueve.
Cuando algo sea malo e inconveniente hay que renunciar a ello tajantemente, por principio. (No vale comer dos oncitas de chocolate: se pierde el argumento y luego pueden sobrevenir catástrofes, como zamparse una tableta entera.)
Hay que escuchar un poco de buena música antes de dormir, mejor quedarse enganchado al runrún de un cuarteto de Beethoven, que cualquier melodía machacona y pegadiza que se le haya prendido a uno durante el día.  
Hay que desahogar/desalojar la violencia a solas, de vez en cuando y es higiénico hacerlo.
Hay que cuidarse con mimo la vista, el oído, los dientes, la espalda...
Hay que tomarse cinco minutos más para salir.


Si a uno le da por desmontar una televisión y examinar la placa, hay que tener mucho cuidado, aunque lleve desenchufada tiempo guarda electricidad para un gran calambrazo. (Fue mi primer gran susto aleccionador con más de medio siglo de vida)

3 comentarios:

  1. Bienvenido al club. Te llevo casi cuatro años de adelanto, aunque no de sabiduría, porque si la sabiduría la dieran los años, entonces en los hogares del pensionista no se jugaría al dominó, sino que se discutiría de metafísica. De todas formas, te lo digo con afecto, déjate de tanto consejo de viejo, que no lo eres tanto (aunque lo de la placa de la tele me ha dado un aviso). Muchas felicidades y a por el otro medio siglo.

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    2. Muchas gracias, me da que va a ser difícil. Hay tantas cosas que tengo, que debería hacer, que necesito otros cincuenta años, por lo menos. Lo intentaremos

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