martes, 1 de abril de 2014

"Horror vacui"


Escribo en latín, lenguaje que nunca dominé más allá del aprobado en el instituto, y no siempre. Esto del “horror al vacío”, si está bien escrito, es un concepto de historia del arte con que se califica a pintores, y escultores en relieve, que quieren que todo lo que aparezca en su obra material sea sabroso, significativo, trascendente, chicha... El prototipo sería un pintor que llena el cuadro, sin dejar respirar al cielo o a los fondos. The Funamviolistas, el pasado sábado 29, en Béjar, durante hora y media, nos llenaron todas las esquinas de arte  variado, intenso, sobresaliente, multidisciplinar; así son ellas: un grupo de mujeres sobrecualificadas y extraordinariamente útiles, como una navaja multiusos.

A mí me gusta mucho “ver” la música y pienso en todo el juego de dinámicas que puede dar la mezcla de estilos, tempos, épocas, ritmos, estados de ánimo, colores musicales, sugerencias y evocaciones. Además, hoy, como cualquier músico toca de todo ya con su instrumento, es de suponer que un espectáculo teatral que proponga una mezcla musical, me satisfará. Por eso fui.
Más que eso hicieron estas tres chicas: uno a veces siente, cuando está disfrutando, que pagó poco por el boleto, que se la compraría a sí mismo en la reventa su entrada por el doble del precio. Eso sentí yo el sábado en algún respiro, pero inmediatamente el arte desplegado sumergía mi atención de nuevo.
The funanviolistas parecieran instrumentistas, músicas; pero no, ante todo son artistas. Aunque hayan dedicado mucho más estudio (impresionantes curricula) a un instrumento que a esas otras facetas artísticas marginales que parece que cultivaron paralelamente, pero o lo hicieron con tal convicción, o es el magma de artistas que llevan dentro, que también se atreven a enfrentar y sorprender al público con ellas.
Por el mismo precio nos vendieron un concierto de música clásica, circo, cabaret, danza y teatro gestual; todo con un ritmo frenético y una ejecución impecable; con la hipercomunicación que practican hacen despertar a cualquier público, a la vez que enmudecer cualquier atisbo de comentario, apertura de caramelo, tos, -nadie tosió a pesar de que había refrescado considerablemente  el tiempo- y hasta un bebé que alguien se trajo – que temí desde el principio-, calló ante su actuar. Nos llevaron en volandas; cuando te dan un show así, no sólo comulgas con los artistas, sino también a la salida apretada por la calle central del teatro, te sientes cofrade con el público afortunado, las miradas cómplices de asentimiento amalgaman nuestro “barrio cultural”, los infalibles que venimos a casi todos los espectáculos.
¿Se puede tocar el violín bailando en puntas, se puede tocar el contrabajo de espaldas, se puede bailar un tango sensual con aquél señor tan grueso, se puede cantar a varias voces  y también, deliciosamente, como solista, se puede fingir  un orgasmo con la sinfonía de los juguetes de Leopoldo Mozart? Pues sí, y también se puede bailar el can-can y tocar una habanera encima de un barco que se bambolea, echarse un galope con la obertura Guillermo Tell, y todo suena bien y además oportuno, y el embudo de tiempo está tan lleno de arte que sólo le da a uno, en otro respiro, a pensar en la suerte de que unos padres, un buen día, invirtieran en educar a unas hijas así.
Se trata de tres músicas de cuerda: un violín, un contrabajo y una viola, muy viajadas y muy especialistas en las más superespecializadas disciplinas de sus instrumentos (Reinhard Göebel, violín barroco). Padres españoles con afición musical y con visión, aunque la contrabajo sea argentina, que invirtieron en estos instrumentos, seguramente sabiendo la sempiterna carencia de músicos de cuerda en España. Ya, en 2014, no debe suceder esto.
El espectáculo comienza con las tres chicas leyendo sus cartas de despido. Me centro ahora en la viola: un instrumento segundón, del que apenas si hay conciertos en el repertorio: un Harold en Italia de Berlioz, un doble concierto de Mozart con el violín (Mozart elegía tocar la viola en sus cuartetos de cuerda) y uno de Brahms, creo. Para colmo, la solista siempre suele ser la japonesa Nobuko Imai.
En resumen, que quien elige la viola, seguramente empezó con el violín y se dio cuenta de que no era la mejor, entonces, con mucha cabeza, elige un instrumento no brillante, pero sí imprescindible en todas las orquestas y en todos los cuartetos, es decir, está eligiendo un solvente y casi seguro, futuro profesional.
Esta chica, Mayte Olmedilla, por lo que sea, lo eligió, quizá esta salida profesional sea pura resignación y no haya conseguido entrar en una orquesta para ser una funcionaria como dios manda, con silla fija para escuchar las toses del público en los pianísimos, vacaciones y seguridad social, pero estoy seguro que hoy, arriba del escenario, no se cambia por nadie. Como artista, debe  elegir o ha elegido,  esta farándula, en la que pasa por payasa, equilibrista y picantona cabaretera, que, mayormente, toca la viola; aunque todo sea incertidumbre económica. Claro, no es lo mismo que te aplaudan porque sabes que el público te ha visto – a ti- como cantas, bailas, y actúas, que al final del concierto el director de la sinfonía decida –cosa rarísima- que se levante la cuerda de las violas, y compartir un aplauso con ocho o diez personas, el director y toda la orquesta. Además, sabiendo que  si no llevas un traje estrafalario, o eres obesa mórbida, o larguirucha, o enana, nadie ha reparado en ti entre todas las sardinas de la orquesta.
La contrabajista argentina, apellidada Horowitz, como el célebre pianista Wladimir, también es un bicho raro sobre el escenario, pero ya menos: desde que Jack Lemmon nos interpretó a una contrabajista femenina en “Con faldas y a lo loco” sabemos que eso puede ser, y  además funciona en lo cómico.
La violinista sevillana, que es la más alta de las tres, esbeltérrima por su musicalidad, pero también por su capacidad de sobrevolar el escenario en puntas, pareciera, a veces, sostenida sólo por su melodía.
¡Ay, señor!, dirán sus tías envidiosas, tantos años, tanto gasto, tantas audiciones, tantas becas, tanto extranjero, tantos maestros sonoros, para  acabar de titiriteras, y enseñando pantorrilla. Pero para cualquier espectador sólo la envidia puede ocultar a unos ojos predispuestos a lo negativo, que estamos ante el “arte total”.

Y al final de la función estas chicas tan valiosas se nos ponen a la salida a recibir felicitaciones y sonoros besos de las señoras, que reconocen que acaban de ser muy dignificadas como mujeres con el arte de estos tres ejemplares femeninos,  y en ese beso entregado, también están reconociendo que no han tenido la suerte de que les haya salido una nieta como cualquiera de estas tres artistas ¿qué habrá estado haciendo mi hija todos estos años? Mientras las protagonistas, ya reducidas a la talla de mortales, ante la cascada de elogios, tan superlativos, como repetitivos y sinceros, se limitan a darnos sincera y humildemente  “ las gracias por venir”.  






2 comentarios:

  1. Veo Juan que tienes una opinión de la viola no muy acertada ...te voy a poner unas pequeñas reseñas y opino que antes de hacer ciertos comentarios debes informarte.
    "En ninguna casa de la buena burguesía faltaba el conjunto de violas, que constaba casi siempre de seis instrumentos: contraltos, tenores y bajos, colocados en la antesala a disposición de las visitas que se aguardaban ."
    Se componen 150 conciertos por varios compositores como Stamitz, Hoffmeister, Benda, Zelter, Rolla...
    Algunos compositores violistas cuyo repertorio ha permitido el desarrollo de la viola como instrumento solista y virtuoso son, entre otros: Lionel Tertis (1876-1975); Paul Hindemith (1895-1963); Vadim Borísovski (1900-1972); William Primrose (1904-1982).
    El papel de la viola es fundamental en la orquesta ya que da profundidad y apoyo a la armonía, la hace rica y aterciopelada. No debemos olvidar tampoco la gran variedad de obras compuestas para la viola solista o las sonatas para viola acompañada.
    Grandes compositores, clásicos. románticos y modernos, apreciando las cualidades sumamente emotivas de este instrumento han escrito obras muy importantes como conciertos, sonatas, suites, etc., que justifican por sí solas la presencia del concertista de viola en las salas de audiciones. La viola es un instrumento de relevada importancia en la orquesta actual ya que colabora en que el sonido entre los instrumentos graves y los agudos no sea tan destacado, además de tener un sonido realmente intermedio que equilibra los sonidos de cuerda de la orquesta.

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  2. Gracias. Otra cosa que debemos a The funamviolistas en este blog. Reconocer más la viola, que además es indisoluble del adjetivo "aterciopelada". Gracias de verdad, anónimo.

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