domingo, 15 de diciembre de 2013

Serrano Suñer, el que salía en las fotos. (con Hitler, con Mussolini...)



Cayó en mis manos este libro: una iniciativa editorial muy interesante, que contiene dos estudios, uno, de derechas y muy condescendiente con el personaje y el otro, de izquierdas,  bastante crítico. Ambos se realizaron simultáneamente, para ser publicados en 2003.

Si uno mira el Noticiario Cinematográfico (NODO) español de posguerra, encuentra a ese personaje ataviado con elegantes y decorados uniformes blancos o negros, en compañía de Hitler, Mussolini, sus ministros exteriores, Ciano, Von Ribentropp y, por supuesto, de su concuñado Franco. Franco y él estaban casados con dos hermanas. Impropiamente, a Serrano Suñer le llamaban el “cuñadísimo”.

En 2001, cuando mi hija tenía un año, en un parque de Zamora, trabé muchas conversaciones con un excombatiente del bando nacional de la Guerra Civil. Creo que en ellas salió este nombre y él me sorprendió diciendo, “pues todavía vive”. Yo entonces tomé interés por el personaje pensando la suerte que sería poder entrevistar todavía a alguien que tomó el té con Hitler.
A pesar de que Serrano desapareció de las fotos en 1942, sobrevivió a su concuñado 28 años, porque llegó a ser centenario. Pero consiguió pasar desapercibido, en el sentido de que nunca percibí que nadie se metiera con él y le recordara esas fotos con dictadores.

He podido leer que se convirtió en un próspero abogado que, también, ocasionalmente escribía en los periódicos. También le tengo grabado, de civil, de viejecito, en entrevistas para la BBC, sobre la guerra. Un respetable anciano con clase. Al final su adulador le atribuye una evolución de pensamiento y paternidades democráticas. Desde que dejó el poder se ocupó de publicar un par de libros para limpiar su pasado de plomo y tratar de justificar su papel al lado de esos personajes funestos.
Su panegirista dice: en estas líneas está el argumento para entender su evolución a lo largo de los lustros, con dignidad, honradez y coherencia.

<<Distinguir entre la verdadera fe y la terquedad obstinada proveniente de la pereza y la vanidad, y también cuando se trata de una mera o cínica acomodación a nuevas situaciones y a nuevas ocasiones de provecho y granjería>>.

La “verdadera fe” fue demasiado cambiante, en mi opinión, y lo hizo, si fue sincera, para bien, aunque tuvo más de cien años para enderezarla a gusto de las circunstancias. Por supuesto, tampoco era, -según su rendido biógrafo- a pesar de su afición por las chaquetas, "un chaquetero".

Serrano Suñer ha sido una persona de derechas: fue diputado por la CEDA  una coalición de las derechas en la república: es decir, en libertad, no compartía el extremismo falangista. Tuvo la suerte de estar muy bien relacionado, aparecer en el sitio justo, la Salamanca capital de la España Nacional,  en el momento preciso, con la mayoría de los dirigentes falangistas asesinados o encarcelados por los republicanos,  con la vitola de haber sido amigo personal de José Antonio Primo de Rivera y con la guinda de ser concuñado de Franco. Como también era un hombre de sólida preparación jurídica, tuvo matrícula de honor en su expediente académico y había sido Abogado del Estado de profesión,  tomó las riendas del Estado y de La Falange.

Pero también es una víctima de la Guerra Civil. Fue confinado en la cárcel Modelo de Madrid, aunque sus buenas relaciones  con todo tipo de personalidades, le permitieron evitar que le fusilaran primero, y después, urdir un plan para evadirse poniendo en juego a mucha gente. El plan logró salvar su vida y colocarle en la cúspide del poder, aunque le cobrarían la represalia del asesinato de  los dos hermanos que le ayudaron a escapar de Madrid.

Ello no le hizo ser más humano, ni abogado de la reconciliación; desde sus cargos no paró en ningún momento el chorro de sangre roja que vertía y siguió vertiendo después de la guerra, la represión nacionalista. Tan sólo evitó el fusilamiento disciplinario de falangistas: Hedilla, Arrese, que se habían rebelado contra Franco porque estaba domesticando a la Falange.
Fuera como fuera, al final de su vida hasta el siglo XXI, -el personaje histórico como tal deja de serlo en 1942 cuando después de abogar por la intervención en la guerra, de apadrinar la División Azul y  participar en la represión, pues fue ministro de la Gobernación, Franco lo manda a casa, por muchos motivos, así eliminaba lastres de esas fotos, así vengaba el honor de la hermana de su mujer, (a quien Serrano Suñer puso cuernos con el resultado de una hija), y otros equilibrios del poder que ya le desgastaban- la historia debe condenar a ese actor, por ser quien fue, apoyar a quien apoyó y estar con quien estuvo.

Pinochet o Fidel Castro o Pol Pot o Videla, después de sus jubilaciones de poder también pueden estar siendo o haber sido unos viejecitos educados, encantadores abuelitos. Pero la historia debe ser justa con la historia.


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