lunes, 5 de agosto de 2013

Alcántara. (de Caius Julius Lacer)

“Al kantara” significa en árabe el puente. Así que cuando decimos el puente de Alcántara estamos practicando una redundancia,  aunque se puede decir desde hace dos mil años en que el arquitecto del título lo ejecutó que es, al menos, en la Hispania Romana “el puente entre los puentes”. 

Arriba del tajo del Tajo está el pueblo de Alcántara que es un conjunto hermoso y tuvo 12.000 habitantes. Ahora tiene 1.000 y vive básicamente del turismo. Aguas arriba del puente está la presa del Alcántara, que en su día fue la más grande de Europa y que genera electricidad, que es la otra actividad productiva de este pueblo.
Fue la realización de la presa la que, según la mujer que nos guió en la vista a la conventual de San Benito, se llevó el grueso de la gente de aquí en los años 60. Cuando apareció un trabajo por cuenta ajena, con el consiguiente sueldo fijo que dieron a los que se emplearon en la presa, la gente dejó sus agriculturas y ganaderías para irse a seguir construyendo presas por España.



Es muy recomendable además del paseo por el  pueblo, la visita, -además gratuita- a la conventual de San Benito, un solar donde en La Reconquista se asentó una anterior orden de monjes guerreros que, seducidos por el nombre del puente, pasaron a denominarse la Orden de Alcántara. Durante el reinado del emperador  Carlos I de España y V de Alemania se inició la construcción sobre el que había, de un megaconvento. De ahí los grandes escudos que lo adornan. Luego, su hijo Felipe II lo dejó inconcluso, alicortado, por escasez de dinero, dilapidado en guerras (iba a escribir "inútiles", pero todas lo son: es una redundancia como el puente del Alcántara). Unos siglos más tarde, los invasores franceses lo terminaron de estropear y saquear; (para colmo destruyeron los archivos de la orden y de la iglesia). Arruinado se quedó este conjunto de edificios hasta que, en los años 60. la compañía eléctrica que hizo la presa lo utilizó como edificio administrativo y mandó reconstruir algunas partes. Allí dejó una Fundación, que instaló sus oficinas permanentes, utiliza parte del edificio para convenciones y actos  institucionales, y nos proporciona la visita guiada gratuita.
Todo esto lo sabemos por la labor de la guía, que tiene la gracia –exceptuando la difícilmente imitable voz cazallera- de Nieves Concostrina, la gran comunicadora de la cadena SER y de Radio Nacional.

Vengo, mediante el presente artículo, a llamaros a no desperdiciar la ocasión de ser instruidos por ella,  sí os dejáis caer por allí.




2 comentarios:

  1. Juan, agradecido estoy por este recorrido que nos estas dando por lugares tan interesantes. Si a las fotos le sumamos tus relatos, tus reflexiones y análisis sobre distintos libros, pues tu blog se convierte en un sitio de aprendizaje cultural. Creo que usted lleva un profesor dentro. Gracias una vez más.
    Grillo.

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  2. Muchas gracias por las gracias, Mike. Es un gozoso estímulo tener seguidores-amigos como tú.

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