lunes, 3 de junio de 2013

Una humilde aportación a la historia de los Hombres de Musgo.


Sobre el icono de los salvajes o la fuerza bruta.
(Una apostilla al estudio de los hombres de musgo).

A Gabriel Cusac.



Ayer se celebró en Béjar la festividad del Corpus Cristi, que ha sido declarada de interés nacional en  por sus peculiares “Hombres de Musgo”. Para cualquier español lo más cotidiano de identificar en los hombres de musgo bejaranos, es que portan un “basto”. El basto es uno de los palos de la baraja española, el palo por antonomasia, ya que es “de palo” y es el elemento más peculiar.

El basto es un arma rústica extraída de la naturaleza, un apéndice vegetal sin elaborar, sacado por la fuerza bruta que presumiblemente han empleado estos hombres descomunales,  estos gigantes hirsutos.

El hombre fuerte antes no era el lampiño culturista depilado como un conejo sollado de hoy, sino un hombre “de pelo en pecho”  bien poblado de fuertes y apretadas barbas, espalda y brazos muy peludos. Como poco, desde la Biblia, el complemento capilar está relacionado con la fuerza: el personaje de Sansón mientras es peludo es excepcionalmente fuerte.

A mi modo de ver el hombre rudo, el gigante de los bosques, el leñador el “Yeti”, el gorila, representaron la fuerza; son la fuerza, un estadio anterior a la herramienta y la máquina. Los fortachones rudos coinciden residual y excepcionalmente con el hombre inteligente y proporcionado, de más refinada inteligencia: el estratega, el científico, el que ya no se enfrenta a la naturaleza directamente sino que la transforma, la elabora, la mecaniza. Pero no deja por ello se deja de admirar al antecesor, al hombre fuerte por naturaleza. Seguimos admirando a los forzudos, los hombres de musgo serían en el atletismo los lanzadores de disco de martillo, de jabalina, los halteras, incluso en Japón, los luchadores de Sumo. Ahí están los representantes de la fuerza bruta que perviven como una reminiscencia, aunque en segundo plano.


Pues este icono de la fuerza hisruta, la fuerza vegetal, se representa en bastantes culturas y en la época barroca, de donde probablemente vengan los hombres de musgo, hay muchos ejemplos de ello.

En un contraste con lo refinado con la representación de las armas de su amo nobiliarias, que serían la fuerza ya destilada con inteligencia, estos hombres fornidos y bastos, aparecen para sujetar el escudo del noble, son sus guardaespaldas y la fuerza que les respalda.


Yo, siguiendo el presente libro que me ha regalado uno de sus autores, Gabriel Cusac, también creo que esta figura es el residuo que se ha conservado de ese icono que tuvo su auge hasta el barroco, en la procesión del Corpus  bejarano, aunque para explicarlo aquí se maneje generalizadamente una leyenda escrita en el siglo XX, que vendría a decir que el musgo es o bien un camuflaje o bien un disfraz aterrador, que habría provocado la derrota de los moros que tenían ocupada y amurallada la ciudad de Béjar, allá por el siglo XI. Esta es una leyenda muy “cristiana” en el sentido de la reconquista y de la afirmación de la religión y la cultura de lo castellano viejo, frente al tradicional y más identificable enemigo: El Islam.


Pero no hay tal: en Béjar no se han encontrado restos de construcciones árabes, las murallas se ha demostrado plenamente que son cristianas, es decir, posteriores. No hay documentos escritos por los árabes donde se mencione Béjar, ni tampoco en las crónicas cristianas de la ocupación castellana de esta zona  se  refiere ninguna batalla, ni asedio, ni toma de esta ciudad, mientras que se narran pequeñas escaramuzas en otros lugares.


 Sencillamente, si aquí, en Béjar, hubo moros, serían muy pocos, básicamente porque el terreno de este valle es inapropiado para la agricultura, y sí para la ganadería. En España los árabes no ocuparon Galicia, ni Asturias, ni Cantabria, ni el País Vasco,  no les iba el clima húmedo, eran excelentes agricultores, por tanto les gustan  las vegas mucho más soleadas, del Duero, del Ebro, Valencia, Extremadura, Andalucía... Béjar es demasiado húmeda y su terreno de cultivo no tiene la fertilidad que ellos requerían para asentarse.


Los hombres de musgo son una manera de representación de la fuerza bruta que ha permanecido como en la baraja española o en algunos comics como El Capitán Trueno y El Jabato. Hay que conservarlos para suerte y realce de esta ciudad. Son la misma representación que puede verse en piedras de Ávila, Úbeda, León, Valladolid, Zamora Murcia, etc. El hecho de que aquí se cubran con musgo es porque, en nuestra humedad, siempre abundó. (Infinitamente más que los mahometanos) 





1 comentario:

  1. El primer relato de la leyenda, tan contrarreformista y tan similar a otras de ingeniosos cristianos contra desprevenidos "moros", aparece en 1679, cuando los Hombres de Musgo, los documentados "salvaxes", ya llevaban desfilando al menos un siglo en el Corpus. Pero en un inaudito proceso de manipulación histórica, esta leyenda se va remodelando y "perfeccionando" hasta el siglo XX, con el destacado concurso de una patrótica legión de eruditos locales y ante el silencio de la historiografía seria.
    No hubo conquista de la plaza de Béjar. Tampoco la "Ancianita" es la plaza de toros más antigua de España. Y Yuste cierra. Se nos caen los mitos y se tambalea el presente de la ciudad estrecha. Qué panorama.

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