lunes, 19 de noviembre de 2012

¡pobre niña!


 

En España últimamente pixelan a casi todos los niños que salen por la televisión. No sé muy bien por qué lo hacen tan indiscriminadamente, será por no tener líos con la justicia, pero para mí, como espectador, esas imágenes resultan más sucias, como si todos los niños tuvieran que ver con lo nefando.

Recientemente visité el cementerio de Ávila. Siendo tan barato hacer y almacenar fotos para cualquier cronopio es interesante llevarse la máquina, más todavía para un cronopio con blog.

Encontré a esta difunta creo que de trece años; una mocita, con bastante vida ya y, a pesar de haber fallecido hace veinte años supongo que podrían tener de ella alguna foto hermosa para recuerdo. Pero a alguien de su familia, sin duda muy dolido por la pérdida, se le ocurrió hacer esta foto. Cualquiera podría haber almacenado ese recuerdo; eso sí,  en un sobre, que no rozara directamente a las demás fotos familiares, porque echarlas en el mismo recipiente que las otras fotos sin algo profiláctico, las contaminaría de sordidez. No es posible ver pacíficamente una foto así y seguir coleccionando sonrisas posadas como si nada.

Opino que esta foto es una perversión necrofilica, no quiero insultar a los familiares, seguramente no fueron conscientes de lo que hicieron, algún familiar directo, probablemente la madre, estaba tan estragada de dolor que no se dio cuenta del crimen que hizo al recuerdo de su niña, ni en la arcada estética que da al pasar por allí.



 
 

Muy cerca de esta niña vilipendiada,  (por eso pasé yo por allí) están muertos de la guerra, un montón de jóvenes de un batallón de guerra química. No lo sé, y creo que merecería una pequeña investigación por mi parte aunque fuera buscando palabras con google, pero parece como si tantos muertos por arma química hubieran sido debidos a que se les explotó un arma propia que alguien manejaba y ninguno tuvo la mascarilla a mano para protegerse.

Supongo que sólo morir por arma química supera a la sordidez de la pobre adolescente cuyo nombre pixelo porque no quiero líos con la justicia que me cuesten dinero.

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