lunes, 13 de agosto de 2012

El Mapa y el Territorio (3)


 Acabo de terminar el libro El mapa y el territorio de Michel  Houellebecq y tengo la sensación de haber asistido a una obra maestra. No dudo de que esto es una exageración: me conozco y sé que, con frecuencia, podría definirme objetivamente como un hombre-niño, impresionable y enamoradizo. Aunque, a veces, también lo alterno con episodios de despegada impavidez. Supongo que este libro lo he leído en el mejor momento para que despertara esa desasosegante sensación de haber sido conquistado, empequeñecido y barrido por el autor, por su obra.

Como ya ha leído y visto lo mío, quiero reivindicarme encontrando los trucos de esta sensación. Uno, puede ser que el libro después de sumergirte en la cotidianidad del presente palpitante lleno de marcas, teleoperadores, apreciaciones e imágenes, que se cuelan como salidas de un aparato de radio que encontráramos encendido: París Hilton, Abramovich, Hollande, Obama, Audi, Samsung, TeraByte... te precipita en un futuro, visionario, despoblado, desasosegante, como el final (que seguramente no he entendido y es parte de su gracia) de 2001 Una odisea en el espacio de Kubrick o el de náufrago del conocimiento  Adso de El Nombre de la Rosa.

Otro truco que se me ocurre es el tremendo (y bien traído) instrumento de autopromoción del autor que es  esta novela, al convertirse en un personaje secundario que se va agigantando y adquiriendo prestigio a medida que se convierte en objeto. Supongo que ese recurso narrativo hace que aumente la consideración del lector y le dé a la novela más empaque, más credibilidad, como si viniera de un hiperconsagrado, como García Márquez o Vargas Llosa. Así, unido a la sensación de estarlo descubriendo, puede obrar la ilusión perceptiva en la que me hallo.

Es un libro ingenioso y con puertas abiertas: ayer me atrapaba su desenlace hasta derrumbarme de sueño y hoy me he levantado monomaniaco para acabarme sus últimas cincuenta hojas, incluso con postergación de mis perentorias necesidades físicas mañaneras.

Sin destriparlo, no se me ha ocurre recomendároslo de otra manera.




1 comentario:

  1. Houllebecq siempre vuelve a los mismos temas pero el aura de vacío vital se encarna en 'El mapa y el territorio'como nunca, incluyendo su propio asesinato...

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