lunes, 16 de abril de 2012

El cementerio de los elefantes o delenda est monarchia

El cementerio de elefantes
o Delenda est Monarchia
Así acaba el famoso artículo “El error Berenguer” de Ortega y Gasset, publicado el 15 de noviembre de 1930, que contribuyó significativamente a crear el estado de opinión que desembocaría en la República del 14 de abril. Supongo que mucha gente lo estará recordando estos días.

Y es que después de la oportuna “metedura” de pata del rey Juan Carlos, que ha venido a conocerse precisamente el día 14 de abril (1), la cosa puede pudrirse rápidamente. Ortega escribió entonces: la reacción indignada empieza ahora, precisamente ahora y no hace diez meses. España se toma siempre tiempo, el suyo. Parafraseando a Anderssen, cualquier niño ha podido comprobar que “el rey está desnudo”. Son los niños, -de alguna forma el niño que llevamos todos dentro- los mayores amantes de los elefantes, los que ya nunca podremos ser convencidos de que este abuelo no tiene un enorme pasado elefanticida y quiere seguir obteniendo el “placer” de matar a estos animales tan simpáticos, (a costa de costosos viajes a África donde los criados y mayorales de la reserva se los escogen, se los acorralan para que viene el abuelo con un rifle muy grande los asesine, se haga una foto y se marche). !Qué malo!
¿Y si a los españoles se les caen los palos del sombrajo y dejan de engañarse con la monarquía?

Porque esta inoportuna rotura de cadera ha delatado los caprichos del Rey; y su metedura de pata viene muy seguida de la “metedura de mano” de su yerno y de su hija, aunque ahora la hagan pasar por una “tonta ama de casa” que firma sin pensar los papeles que le pone por delante su marido, (contradiciendo que estamos en el siglo XXI y siempre han vendido que eran unos muchachos muy bien preparados, cultos, inteligentes y trabajadores).

De pronto, quizá los españoles nos demos cuenta de que se puede prescindir del oropel y de las ceremonias con glamour monárquico. En buena hora para carecer de figurones, pues les viene una época de restricciones de “trabajo”; con la falta de inversiones que trae la crisis, van a tener muy poco que inaugurar.

En medio quedó el accidente del nieto que ilegalmente se adiestraba con su padre jubilado, en los vicios de su abuelo que no se jubila. Vale que la caza sea un buen negocio que trae a España miles de ricachones con sus escopetas que usan buenos hoteles, comen caras comidas y dan grandes propinas, y que nuestro “listo rey campechano” puede darse el lujo de cazar cabras y muflones y rebecos y ciervos de muchas puntas y promocionar esa industria española, pero lo de los elefantes de Bostwana no tiene un pase para este país. Lo único positivo de su traspiés es la lección de geografía, que se cuela en todos los telediarios.

Quizá sea oportuno volver a hablar de elefantes.
Los viejos elefantes se retiran al “cementerio de elefantes” y ya le están susurrando respetuosamente a Juan Carlos que se marche a ese lugar. Los republicanos gassetianos no matamos como hacen los monárquicos.

Pero no es suficiente: la monarquía es un elefante que ha envejecido. A los españoles nos hacen escuchar constantemente que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y nos hemos comido muchas perdices y ahora sólo nos queda masticar sus plumas en forma de recortes.
Ya llegá la hora: ¡Recortemos la monarquía!





He hecho todos los bocetos y dibujos. Hacía tiempo que no pintaba nada.
(1) fecha del nacimiento de la II República, festividad republicana

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