jueves, 15 de diciembre de 2011

JOSÉ MOTA. EL GENIO DEL PUEBLO

Para mis seguidores extranjeros diré que este hombre es un producto localísimo del interior de la Mancha (la real, y no la literaria de Don Quijote) que, ahondando en todos los pelillos de sus raíces llega al fondo universal del sustrato humano y, como otros grandes creadores, hace de su Alcafrán otro Macondo en el que también nos parece haber vivido.

Para mis seguidores españoles, nada que decir, pues creo que casi todos le disfrutamos en Nochebuena y en otras cuantas noches buenas de los viernes, horas en que reina en las pantallas de televisión de España.

No puede ser un genio de arte mayor; el humor es arte menor, seguramente porque pierde mucho con la degustación continuada. José Mota es un folclorista que trasciende sus fuentes populares, como lo hicieron Bártok, Falla, Grieg, Liszt y tantos otros. La desgracia del arte del humor es que el 80% se quema en la primera manifestación. En este caso es una catarsis del espejo de esa pantalla que nos devuelve lo que somos, povocándonos además de reflexión, movimientos involuntarios de la tripa. Arte y tripa tampoco son buena pareja.

Alrededor de su bufonería, también es un sabio y un pedagogo, repetitivo, machacón, absurdo, (muy absurdo a veces, que eso comunica más con la tripa) pero enseña a los niños y mayores, personajes de la historia o de la ciencia por medio de su cansino histórico, o los momentos muertos de la historia. No sólo eso, que está trayendo a las nuevas generaciones una panoplia de viejos y más ingeniosos insultos, como licenciao, mugroso, pregonao... (A ver si consigue que dejemos de lado esa tríada:  gilipollas, cabrón, hijoputa, que monopoliza y empobrece esta variante agresiva de la adjetivación que es el insulto en la España actual).

No sólo eso, JM es un regeneracionista-moralista: su héroe, un trasunto de los superhéroes americanos, llamado el tío de la vara se dedica a castigar conductas antisociales contra las que la sociedad actualmente no reacciona, como los dueños de perros cagones, los ruidos de las motos, los adolescentes vandálicos en los parques... También con su naturalidad pueblerina nos hace reírnos de los esnobistas que venden humo.

Su creación de este año es la vieja del visillo: una señora amargada (solterona o viuda, que a mi juicio estuvo –y está- enamorada de un tal Pedro “Roñeras”, a cuyos hijos somete a un marcaje especial, seguramente porque son los que no le dio a ella, sino a otra) que se dedica a husmear en la vida de los demás para luego echar ácido sulfúrico en la convivencia. Es una tirana. Mujeres como esta hemos visto y padecido todos los que somos de algún pueblo. Mota es un gran imitador y borda la gestualidad de este personaje como ningún otro, porque seguramente -junto con  un exageradísimo vecino jeta- es el más real que ha hecho nunca.

Es el mejor rapsoda del humor del pueblo español.



P.D.(Informo que la madre de otro genio de este arte menor, Miguel Gila, era natural de Mombeltrán, en el Barranco de las Cinco Villas)

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