jueves, 11 de agosto de 2011

El tercer escritor extremeño

En esta pantalla ya declaré mi admiración por el emeritense (aunque de Tomelloso) Félix Grande y su obra “La balada del abuelo Palancas”.
Declararé aquí que para mí el mejor novelista español vivo es el también extremeño Luis Landero. Con veneración y mucho placer he leído recientemente “Hoy Júpiter”, como en su día leí “Caballeros de fortuna” El Mágico Aprendiz” “El Guitarrista” y la que le reveló al mundo “Juegos de la edad tardía”. Tengo que decir que a esta llegué por una recomendación radiofónica de Vargas Llosa, que preguntado por el entrevistador sobre los libros que más le habían gustado este año citó éste de Luis Landero y “Galindez” de Vázquez Montalbán (que también he leído aunque no sea extremeño).

Luis Landero y Félix Grande trabajan la madre del lenguaje ancestral y la manera de contarlo que yo quisiera recuperar para mí cuando sea gran escritor. Es un lenguaje popular y muy culto (esto no es contradictorio) de nuestros mayores, la verdadera sabiduría de los relatos de la vida, a la lumbre del invierno o al fresco del verano.
Pues hay otro escritor más: es de su generación, se llama Víctor Chamorro, de Hervás, un profesor jubilado que se autoedita los libros. Escribe barrocamente de aquella manera que hablaba el modelo platónico de  todos los abuelos que yo he querido y querré tener. Da gusto leerle en voz alta: historias de pueblos, de arrieros, de pequeñas empresas quiméricas y de caciquismo, todo con el permanente bordón de la guerra civil, sus antecedentes y consecuentes.
Mi amigo Pablo Martín Arteaga le colecciona y me va pasando sus libros, primero “Guía de bastardos” y luego “Calostros” ¡qué hermosa palabra!: cuando paría una vaca, mi tía nos regalaba una lechera de esa primera leche materna.
Los calostros al cocerlos se cuajaban y los celebrábamos con azúcar.

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