martes, 12 de abril de 2011

FUSILAMIENTO 19 DE AGOSTO DE 1936

Esta es una imaginación de lo que pudo haber vivido uno de los 10 fusilados de Cuevas del Valle al anochecer, en el Paraje de Viña Esquinada, término municipal de Mombeltrán.

Despierto en una noche cerrada, algo viscoso me mojó la nariz y luego me ha rozado los labios; está salado. Tengo frío y no me puedo mover. Intento tocarme la boca con la mano, pero la tengo atada, al tratar de traer mi mano me doy cuenta de que viene otra mano. Me escuece la tripa, quiero limpiarme la boca con la mano, pero está atada a otro brazo. Estoy calado, la ropa se me pega. Me duele la cabeza. Parece un sueño, pero oigo grillos. Oigo grillos y miro las estrellas; las veo bien, abro y cierro los ojos, cada vez brillan más, no puede ser un sueño. Hay muchísimas más estrellas que grillos, me intento mover, zafarme de estos pesados ropajes, hay ropajes y carne fría. Es agosto. Pero tengo frío y también un dolor muy fuerte y muy vivo. Yo estaba encerrado en la iglesia, éramos catorce. Me doy cuenta que es sangre lo que me corre por la cara, pasa por mi pelo, pasa por mi cara y soplo porque rechazo tragarme el hilillo salado y dulce. No siento mi pierna derecha, estoy seguro de que la sangre que me corre por la cara no es mía. No sé si me he meado, siento humedad en la otra pierna. Oigo los grillos y mi respiración. Todo lo demás parece quieto.
Ahora recuerdo: estábamos en la iglesia y nos han subido a un camión. Nos iban a matar; por fin lo han cumplido. Nos han atado, el de mi mano derecha debe ser Tío Hilario, este de encima es Don Diego el cura. Debo estar bebiendo su sangre. El hombre trató de aguantarse lo que pudo de no cagar dentro de la iglesia, pero han sido cuatro días allí encerrados y no nos dejaban salir. No les hubiera costado nada vigilarnos mientras bajábamos a hacer nuestras necesidades al arroyo, pero les hacía gracia que no tuviéramos más remedio que cagarnos y mearnos en nuestra iglesia. Un día, Tío Florián se cabreó, "¿esto es la revoloción? ¡pero qué creéis que esto es la revolución!, ¿que tengamos que cagarnos en la iglesia?" "¡esto es una revolución de mierda!"
Han respondido de fuera "A ver si entro y te doy un par de hostias en la iglesia, ¡Callarse de una puta vez! ¡me cagüendios!
Me viene a la cabeza que nos han atado, y nos han subido al camión, al otro lado venían unos albañiles y un carpintero, le conozco, es de Arenas de San Pedro. También venían otros dos de Arenas, de vigilancia, con un fusil. Maldita sea, nos han matado. Era ese maldito coche negro, tenía pintadas las letras F.A.I.; ahí venían los matones.
Nos han bajado. Han discutido, los soldados de arriba del camión no querían bajarse a disparar. Entre el miedo yo he deseado que se liaran a tiros entre ellos, he pegado un tirón a la cuerda, pero me ataron bien. No tenemos salvación “encomiéndate a Dios, hijo”, me ha dicho Don Diego.
Nos han puesto delante de los faros del coche. A los dos lados se han colocado los que iban a tirar.
Ahora lo recuerdo bien, no han tirado todos a la vez. Han sido muchos tiros, cada fusil de esos mauser tiene cinco tiros, seguramente nos han tirado un total de...  cinco por cinco: veinticinco tiros. Es terrible, yo he sabido multiplicar, y no como  mi padre, que sólo sabe sumar, sé multiplicar y me voy a morir al lado de estos hombres.
Rezaré el señor mío Jesucristo dios y hombre verdadero..(...)propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta, amen.
Parece que no me muero. A lo mejor no me han acertado y tengo la pierna entumida, a lo mejor no me desangro y viene alguien a salvarme. Pero tengo sed, tengo sed y frío, me mareo, me escuece la tripa, me dan arcadas. Yo creo que ya he salvado mi alma, Dios, Dios. No, seguro que me han dado en la pierna un poco arriba de la pierna. No correré más los toros. Ni veré correrlos. La vida se me está yendo por la pierna, la siento como muerta. Voy a respirar, que fresco está el aire, me sabe bien, pero no es suficiente, No pisaré las uvas de este año. ¡Dios! Me muero...

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