viernes, 7 de enero de 2011

Peligrosamente enganchado a las audiencias.

Este año 2010, me ha descubierto un amigo, que los señores blogspot googlez, ponen a mi disposición como usuario las estadísticas de visitas de este lugar. Es un ombliguismo que desconocía y quizá más vale que no me hubieran descubierto, porque el miércoles, y hoy, nada más llegar me he precipitado en ello, y no sólo “nada más llegar”, sino cada vez que tengo un minuto para entrar. Ya había descubierto como acceder directamente a los comentarios, que era lo primero que hacía, pero ahora miro antes las estadísticas. Para quienes no lo conozcan, aparece un gráfico, con los picos y las horas de visita, también las entradas más visitadas en la semana, en el mes, en todo el tiempo.
Sucede que, como ya dijeron  algunos, yo no era nadie y ahora tengo una audiencia. Lo que más me gusta es que también me indican con diversos tonos de verde el origen de mis visitantes. España es lo más verde. También tengo seguidores en Estados Unidos, Gran Bretaña, Méjico, Cuba, Nicaragua, Panamá, Colombia, Chile y Argentina.

Yo no quería especializarme en lo cubano, pero ahí está el grueso de mi audiencia. Y eso me va a condicionar, lo sospecho. Creo que no voy a dedicarme a varear el olivar que tanta aceituna me ha dado (aprovecho para decir que en mi Barranco de las 5 villas andan ahora en la recolección de olivas). Quiero comprometerme a no invadir más la “propiedad privada” de Silvio, donde, como sabéis, no se me censuró.
Pero uno se hace dependiente de las audiencias y sin proponérmelo, las estadísticas, me animarán a escribir sobre temas cubanos. Espero que mi adicción no me haga entrar de nuevo con el inconsciente fin de superar un probable síndrome de abstinencia. (Esos “picos” que me animan, me hacen recordar que hace 20 años llamaban picos a las inyecciones de heroína.)  Para que veáis que no  me da miedo citaré a Cervantes a ver si me aplico el cuento:
Llaneza muchacho no te encumbres, que toda afectación es mala.

Pero me reservo el derecho a escribir aquí lo que me dé la gana.

Entretanto haré otra reseña literaria. Para desengrasar, he leído recientemente un libro de viajes, del periodista Manu Leguineche sobre Australia, El país de Oz, se titula. Es un libro amigable, que se lee de un tirón: 284 páginas que han volado entre mis dedos. Por supuesto, me entraron ganas de visitar aquel país-continente; aunque es improbable que lo haga, aún no he montado en avión y no veo cercano el hacerlo.
En El País de Oz  también hay citas, muchas citas, pero se agradecen, son variopintas, campechanas.
Este periodista es un reportero célebre que se ha retirado a escribir a la Alcarria, en Brihuega (Guadalajara) (por cierto, el único sitio donde los republicanos ganaron una batalla a los nacionales; y fue por la prepotencia de los italianos, que desencadenaron un ataque sin medios suficientes)
Manu Leguineche es muy famoso, y por este motivo pensé que no sería tan buen escritor, ni tan sabio, ni que me cayera tan bien. Además es campeón de mus, como yo.
Lo recomiendo.


Posdata: Leguineche dedica un capítulo al australiano más poderoso, Rupert Murdoch. “Grosso modo” el  “modus operandi” de este magnate es hacer lo que sea por las audiencias. Le compara con Hearst el que inspiró Ciudadano Kane, (quien, por cierto, provocó la intervención estadounidense en la independencia cubana). Seguro que si estuviera en mi caso, Murdoch buscaría como provocar entrando nuevamente a varear en aquel olivar.

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